Buena parte de mi
infancia, incluída una parte del preparatorio para el ingreso en el
bachillerato, la pasé en Garrovillas de Alconétar, donde ejercía
la sagrada profesión del magisterio la única hermana de mi madre.
Mi tío, su marido, era el propietario de una de las tahonas del
pueblo y, aparte de aprender con él muchas cosas acerca de su
profesión, me enseñó también muchas matemáticas.
Hacía mi tío,
cuando llegaban las fiestas navideñas, estas bolitas de mazapán a
las que llaman “repelaos” en Garrovillas.
Aparte de una plaza
mayor de impresionante belleza, con uno de los pocos corrales de
comedias que aún quedan en pie y unos soportales de increíble
equilibrio, tiene este pueblo una tradición dulcera artesanal basada
principalmente en los piñones y las almendras. Grandes extensiones
de pino piñonero y del cultivo del almendro dentro de unas parcelas
a las que llaman “tapaos”, (de tapia).
Son tradicionales
las perrunillas, los pestiños, los mantecaos... Los cagajones. Sí,
los cagajones, ¿Pasa algo? Pues están riquísimos. Y por supuesto,
los repelaos de Garrovillas.
También tiene, ya
digo, otras cosas: En las despensas de los reyes de la casa de
Austria no faltaba el pernil de Garrovillas y yo mismo, el buche, lo
suelo encargar allí.
Volviendo al tema
que nos ocupa. Mi tío siguió haciendo una o dos tandas de estas
maravillosas bolitas mucho tiempo después de dejar la tahona.
Hasta los 92 años
de edad.
La receta... La debo
tener por ahí... No la encuentro... Y mira que es sencilla.... Pero
me la ha repasado una compañera, garrovillana ella, del Ateneo y
hemos vuelto a prepararlos y, para que no se vuelva a olvidar... Ahí
va.
Vamos a necesitar.
½ Kg. de almendras
dulces.
2 ó 3 almendras
amargas.
350 gr. De azúcar.
1 huevo. (Puede ser
que dos).
La ralladura de un
limón. Solamente la piel, no el zumo.
Machacar las
almendras en el mortero con un poco de azúcar. (Habrá que hacerlo
en varias tandas).
Para hacer más
facilita la cosa, se puede sustituir por 350gr. de harina de
almendras y 150gr. De almendra molida “de granillo”; pero lo suyo
es el mortero.
Mezclar con el
azúcar, hacer un hoyito en el centro y añadir el huevo y la
ralladura de limón. Amasar con las manos hasta conseguir una pasta
homogénea y seguir amasando, mientras más se amase, mejor.
Tapar con un paño y
dejar reposar al menos una noche.
Precalentar el horno
a 200ºC.
En una bandeja de
horno colocar unas obleas (En su defecto, una hoja de papel
sulfurizado) y sobre ella ir depositando unas bolitas del diámetro
de una moneda de dos euros que iremos haciendo con la masa. Salen
aproximadamente 50 piezas. (En esta ocasión han sido 47).
Llevar al horno
entre 7 y 10 minutos o hasta que hayan cogido un leve color dorado.
Deben quedar un poquito crudos por dentro.