El viernes fuimos a Salamanca. Hacía ya cuatro años que no habíamos vuelto por allí.
Venían unos amigos de mi hija y tenían problemas de trasbordo de autobuses, lo que les haría estar unas horas de la noche esperando para luego llegar aquí a las cuatro o las cinco de la madrugada. (Es una pena que hayan quitado los trenes con el Norte).
Así que nos apuntamos para ir a recogerlos.
El Palacio de Anaya.Había calculado el tiempo con los criterios de antes; pero ya está lista la autovía. Menos de dos horas de viaje, por lo que nos sobraba tiempo.
Mi hija había concluído sus estudios en Salamanca hace cuatro años. La madre, cuarenta.
La Catedral Nueva.Aparcamos el coche en el aparcamiento de la Universidad y nos fuimos dando un paseo hasta la Plaza. Empezaba a anochecer y fueron madre e hija contándose sus cosas: "Esta era mi facultad". "Eso era antes, ahora está en..". "Aquí había un cine. Aquí una farmacia. Aquí una platería", etc...
Llegamos a la Plaza en el momento en que se encendían las luces. No se podía dar un paso. Una tuna en cada esquina. (Tunos en manga corta, sin cintas, sin capa y SIN PANDERETA....). Las terrazas llenas, los bares y cafeterías a rebosar. El eterno cliente de Novelty, Torrente Ballester seguía impertérrito el espectáculo desde su sitio de siempre.
Fachada de la Universidad con su célebre ranita.Regresamos por Las Rúas hasta las catedrales (Hay dos, la nueva y la vieja), seguimos hasta la Universidad (Cómo no, a buscar la rana. La encontramos los tres), seguimos por La Latina hasta el Trilingüe y de allí, por el parque, al aparcamiento. Por supuesto, en el camino nos tomamos unas cervecitas y unas tapitas. El conductor, sin alcohol.
La Universidad Pontificia y torre de la Catedral Nueva.Hice unas fotos con el móvil, buenas no es que sean;pero valen.
Recogimos a los viajeros y nos volvimos a casa sin apenas cansancio, y muy contentos todos.