Está formado por cerca de un centenar de monolitos algunos de los cuales están decorados con grabados. Edificado hace casi 7.000 años, en el Neolítico Inferior, presenta una planta oval resultado de ampliaciones y remodelaciones posteriores.
Originalmente era una estructura en forma de herradura abierta hacia el Naciente, a semejanza de otros recintos megalíticos conocidos de la región.
Se ignora su función, aunque datos arqueológicos recientes evidencian la disposición e implantación de algunos monolitos coincidentes con los movimientos astronómicos elementales del Sol y de la Luna señalando los solsticios y equinocios.
Por otro lado algunos elementos decorativos y la aparente esquematización antropomórfica de los menhires parecen constituir, a escala monumental, la primera representación escultórica de entidades tutoras de los más ancestrales linajes del poder.
El "menhir dos Almendres" de forma ovoide alargada es un ejemplar característico de los menhires de la región de Évora. Datado entre el Neolítico Inferior y el Medio, presenta en la parte superior un báculo grabado en bajorrelieve, motivo común ligado a las sociedades agro-pastoriles de los pueblos neolíticos.
Su localización parece relacionarse con el recinto megalítico dos Almendres dado que está alineado con el mismo en la dirección del nacimiento del Sol en el Solsticio de Verano.
En Guadalupe, que así se llama el pueblecito en cuyo término se encuentran estas maravillas pudimos comer una "açorda" de judías pintas con arroz y verduras y una excepcional "perna de porco alentejana" que es carne de cerdo con almejas, todo ello regado con un vinillo de Reguengos y para rematar, los incomparables postres que te ponen en cualquier lugar de Portugal. (Yo, como siempre, me tuve que conformar con mirar).
En las paredes del restaurante había un cartel que decía:" O vinho é o maior inimigo do homen, mas virar as costas ao inimigo é cobardía".
Un café de los que te espabilan sólo con el olor y en diez minutos, en Évora; pero eso es para otro día.