sábado, 29 de marzo de 2014

ENSALADA JERTEÑA DE NARANJAS.

Estos días el Valle del río Jerte celebra las fiestas del cerezo en flor.
Más de dos millones de frutales cubren el valle con un manto tan blanco que parece que acaba de nevar.
Miles de turistas acuden a contemplar el espectáculo aunque pocos se atreven a llegar hasta "Los pilones" en la garganta de Los Infiernos o las muchas espectaculares cascadas que, ahora, con el deshielo caen por los barrancos de las gargantas. O subir, esta vez por carretera para estar unos minutos en "El Mirador de la Memoria" cerca de El Torno.

Lo que no se han de perder son los ricos vinos de pitarra que hay en los mesones y tabernas de los pueblos del valle, ni de probar las truchas  -desgraciadamente ya quedan pocas salvajes- que se crían en las piscifactorías de la zona guisadas "a la jerteña".
O esta curiosa ensalada jerteña de naranjas.
Se elabora con:
6 naranjas de buen tamaño.
1 cebolla hermosa.
2 huevos duros.
100 gr. de aceitunas negras.
pimienta negra, aceite de oliva, vinagre y sal.
Extraer el jugo de dos de las naranjas y reservar.
Cortar "a lo vivo" las naranjas restantes y hacerlar rodajas de 1 cm. de grosor.
Cortar la cebolla en aros y los huevos en rodajas.
En una ensaladera, poner una capa de naranjas, otra de cebolla y unas aceitunas. Ponerle una pizca de sal y un toque de pimienta recién molida. Aderezar con un chorrito de aceite y unas gotas de vinagre. Poner otra capa de naranjas, cebolla  y aceitunas y aliñar igual que antes hasta completar el plato.
Regar con el zumo de las naranjas.
Guardar en el frigorífico un par de horas antes de servir.
Adornar con las rodajas de huevo.

domingo, 23 de marzo de 2014

ALMEJAS AL PIMENTÓN.

Los que somos de tierra adentro, dicen, nos mareamos en los botes del Retiro. Más aún los cacereños, que por carecer hasta de río (porque la Ribera del Marco se vadea dando un paso un poco más grande) sabemos qué es un remo porque lo buscamos en el diccionario.
Es difícil, por tanto, encontrar pescado fresco en nuestros mercados aunque, afortunadamente, esa dificultad va desapareciendo, más aún desde que la autovía A66 pasa por aquí y tenemos conexión directa con la A5.
Y así ha sido hoy. Había en la pescadería unas almejas que parecían estar vivas.. y lo estaban. No lo he podido resistir y me he traído para casa una malla (es así como las venden) de 1/2 Kg, que para dos personas está más que bien.
¿Cómo las preparo? ¿En tomatada? ¿A la marinera? ¿A la portuguesa, tipo Bulhao Pato?.... A mí como me gustan es con pimentón, me dice Mary Paz, y allá que voy.
Contamos con:
1/2 Kg. de almejas.
2 dientes de ajo.
1 cucharadita de pimentón picante.
1 chorrito de vino blanco.
Aceite de oliva, una cañita de perejil, sal.
En una cazuela echar el aceite y calentar. Cortar los ajos en láminas y confitar a fuego suave, cuando doren, apartar del fuego y echar el pimentón.
Devolver la cazuela al fuego y echar las almejas (Las almejas suelen ser de cultivo y ya vienen depuradas. En caso contrario, depurarlas un par de horas en agua salada)
Agregar el vino y el perejil picado, remover la cazuela para ayudar a que abran. Desechar las que no hayan abierto. Recordad que una sola almeja en mal estado arruina el guiso entero.
Servir inmediatamente.

domingo, 16 de marzo de 2014

CLÁSICOS OLVIDADOS: EL CÓCTEL DE LANGOSTINOS.

Quienes me conocéis, ya sabéis que soy un romántico, no en el sentido trágico de la vida, sino en el estético y el nostálgico. (Y, cáspita, en el esdrújulo).
Hace unos días, recordábamos (vuelve la burra al trigo) Mary Paz y yo aquellos tiempos pretéritos en los que conseguíamos juntar algunas "perrillas" y las invertíamos en una cena en alguno de aquellos restaurantes no muy caros de principios de los años ´70.
Se comía fuera de casa fundamentalmente por dos razones, o por que estabas de viaje o por que tenías algo que celebrar o, más raras, las reuniones con los amigos.
Más tarde, en aquellos tiempos de expansión económica, para evitar guisar los domingos. Aunque, bien pensado, se acercaba mucho a la primera razón.
Recordábamos las cartas, que en nada se parecían a las actuales.
Los entremeses eran algo prácticamente irrenunciable. Un montón de platitos: Un mejillón, dos rodajitas de chorizo, aceitunas, alguna ensalada rara, albóndigas, croquetas, etc, etc, etc.
El cóctel de gambas o langostinos.
El San Jacobo.
El lenguado Meunier.
El redondo de ternera mechado.
La merluza en salsa verde.
Todo ellos, misteriosamente desaparecidos. Yo los llamo los "Clásicos olvidados".
Hablemos del primero de ellos, el cóctel de langostinos.
Era tan habitual que hasta se diseñó una copa especial para servir este tipo de platos, una robusta copa de fuste medio y amplio vaso, con un aditamento consistente en un bol que se colocaba encima de una capa de hielo picado con la que se rellenaba la copa y que mantenía muy frío el plato (Yo, sin ir más lejos, tengo un juego con media docena de ejemplares).
Y mira que es sencillo de hacer.
Solo necesitamos:
Langostinos cocidos.
Lechugas.
Salsa rosa.
Se cuecen los langostinos en agua salada hiviendo a borbotones. Se cuenta un minuto desde que vuelve el hervor después de echar los langostinos, se escurren y se pasan a un recipiente con agua salada helada.
Se pelan y se reservan.
Se corta la lechuga en juliana  y se aliña con unas gotas de salsa Worcestershire.
Se prepara la salsa rosa con cuatro cucharadas de mahonesa de bote (Actualmente no estoy dispuesto a correr riesgos inútiles haciendo la mahonesa en casa), una cucharadita de mostaza de Dijon, dos cucharadas de tomate frito, un chorro de zumo de naranja y otro de coñá. Mezclar hasta conseguir una pasta homogénea.
En un recipiente adecuado, puede ser una copa, un bol, un "lavafrutas", un cuenco de cristal... poner una capa de lechuga, encima los langostinos en generosa cantidad y cubrir con la salsa rosa.
Absolutamente demodé; pero riquísimo. Y no es necesario que sea día de fiesta.