No sé dónde comen estos turistas; pero cada vez que voy, traigo un montón de ideas nuevas para hacer en casa. Además no como nada mal ni excesivamente caro, hasta me atrevería a decir que relativamente barato. La calidad de los alimentos está fuera de cualquier duda y jamás me he tenido que quejar de que un plato esté frío.
Es cierto que allí me muevo fuera de lo que son los circuitos turísticos, sobre todo los masificados y que solemos ir a los sitios a los que acuden los indígenas -dicho sea sin animo de ofender- y que si van ellos, por algo será.
Prueba de lo que digo es este gratinado de batatas con mantequilla de cacahuetes o "Sweet potato and peanut gratin" (Letra arriba, letra abajo, que yo no sé).
Si os animáis, cosa que aconsejo encarecidamente, vais a necesitar:
1 Kg. de batatas.
2 cucharadas de aceite (de girasol).
3 dientes de ajo.
1 guindilla fresca.
250 ml. de nata.
150 gr. de crema o mantequilla de cacahuetes.
Jugo y ralladura de una lima (o limón).
Sal y pimienta.
Pelar las batatas y cortar en rodajas finitas. Triturar los ajos y trocear finamente la guindilla.
Engrasar una fuente de horno y echar en ellas las batatas. Salpimentar.
En un bol mezclar la nata con los ajos triturados, el aceite, la ralladura y el zumo de lima y la mantequilla de cacahuetes. (Le he tenido que agregar un chorrito de leche porque me parecía que estaba todo muy espeso).
Verter sobre las batatas y remover hasta que esté todo bien repartido.
Precalentar el horno a 180ºC. Cubrir la fuente con un papel de aluminio e introducir en el horno unos 20 minutos. (Mi opción ha sido tenerlos 12 min. en el microondas).
Quitar el papel y hornear 30 min. Comprobar que están blandas las batatas y gratinar hasta que estén doradas.
Están riquísimas.
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Tengo más. ¿Eh?