Entre mis libros de cocina tiene un sitio de honor “El Practicón” de Ángel Muro, en la vigesimosexta edición, de 1913.
Dice ser “tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras”.
Esta edición, aumentada, tiene un apéndice que habla del cocido ó puchero (sic).
Dice:
“En general, en las casas de España, se pone todos los días puchero, aunque en algunas solo se haga el condimento, dos ó tres veces por semana. En este caso, y por la costumbre que tenemos, de comer de preferencia las sopas hechas con caldo, el puchero ha de ser copioso, con objeto de que sobre para uno ó más días………”
Será por eso, o por atavismo, que del cocido siempre hay sobras.
Aunque ya no hay cocido a diario (Hasta hace poco en el medio rural, seguía habiéndolo y es probable que aún quede esa costumbre en algunas familias), no conozco a nadie que no lo prepare al menos una o dos veces al mes. ¿Los lunes?.
E, invariablemente, sobra. Una pizca; pero sobra. ¿Qué hacer con ellas?. Esta vez me he decidido por una “sopa de cocido tostada”.
Sobraron del último cocido como tres tazas de caldo, un cazo de garbanzos, algo de verdura y trocitos sueltos de jarrete de ternera, chorizo, morcilla, gallina y tocino (también llamados principios).
Se pican finitos los principios (Trozos de carne). En una fuente de horno se colocan los garbanzos, la carne y las verduras procurando que queden homogéneos. Se hacen las sopas (rebanadas de pan muy finas y que quedan estupendas en el cortafiambres) y se colocan solapadas encima a modo de las escamas de un pez. Se echa por encima el caldo procurando que empape todo el pan. Se mete en el horno suave para que se caliente y se remata con un golpe fuerte de grill para que se dore. Al estar empapados no hay riesgo de que se queme.
Esta forma de presentar el cocido nos la pusieron como tapa en una cafetería de la zona moderna de Salamanca. Va bien como aperitivo para antes de comer o como un primer plato.
NUNCA ES TARDE......
Hace 7 años