Llevo unos cuantos días sin hacer caso a mi blog. Tengo una disculpa incontestable: Ha estado aquí mi hijo el Inglés. Llegó el martes y regresó ayer. Seis días que he estado esforzándome por darle satisfacción, sobre todo en las cosas que no puede tener allí.
Mi pregunta cada vez que viene es la misma: ¿Qué te apetece comer?. La respuesta, también la misma: pescado.
Parece mentira que siendo el Reino Unido una isla, casi no haya pescado. Una pescadería allí, tiene cuatro cosas, Bacalao, caballa, salmón (Eso si, EXQUISITO), merluza, alguna vez mejillones y pare usted de contar.
Encontré tilapia: La tilapia es el pez bíblico, El que pescaban los apóstoles, el de la pesca milagrosa, el de la multiplicación de los panes y los peces, ya sabéis. Es el pez del mar de Galilea o lago Tiberíades, se llama “tilapia galileica”. También se la conoce como “pez de San Pedro”, variedad esta de agua salada. Es un pez que se reproduce con mucha facilidad, llegando a crear superpoblación allá dónde se cría.
La que llega aquí es de criadero, casi toda procedente de Tailandia, aunque sus principales criaderos están en Sudamérica.
Así que compré tilapia. Puse patatas cortadas en rodajas finas, unas ruedinas de puerro, aceite, pimienta y sal en el fondo de una fuente de horno y las metí en el propio a 180º durante 20 mim. Hasta que estuvieron hechas. Luego coloqué los filetes de tilapia sobre la cama de patatas, le puse un poco de sal, una nube de pimienta, un chorro de aceite y vuelta al horno, nada, apenas dos o tres minutos, hasta que lo vi hecho y, a comer. Sencillo ¿no?.
Necesité:
Seis filetes de tilapia limpios.
Dos patatas.
Dos puerros.
Aceite, sal y pimienta.
Una fuente de horno.