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martes, 12 de junio de 2012

GASTRONÓMADAS EN SALAMANCA.



Son las ocho y media de la mañana. En Cáceres hace un frío que hiela los huesos, ni me imagino cómo estará Salamanca, mi destino.
Ya hoy es un paseo. Hace apenas unos años, cuando mi hija estudiaba allí, el viaje llevaba no menos de cuatro horas y si recordamos aquellos tiempos del "Preu" -¡Dios santo! ¿Cuarenta y cinco años ya?- el viaje en tren duraba toda la noche.
Once grados marcaba el termómetro del coche al cruzar Vallejera y trece al llegar a la plaza de Santa Eulalia.
"A las once, en La Plaza" era el lema. Gastronómadas en Salamanca, el objetivo.
El mío era más simple y más emotivo: Iba a ponerle cara a una de las primeras seguidoras de mi blog, colaboradora imprescindible en mi "receta invitada" y expositora en "Comer con los ojos". Dolita del blog "Las recetas de mis amigas".
También, me enteré después, de que estaría Itzi Campos "Mi otra ella", cuya simpatía había despertado mi interés hace muchos días.
Por supuesto, Puntillo (La cocina de mi casa), mi primer saludo de todas las mañanas cuando me asomo al balcón de twitter a dar los buenosdías.
Y Rafa Prades, organizador del evento junto con Pozu, con el que tengo la suerte de tomar unas tapitas de vez en cuando peregrinando por la taperías de Cáceres.
Así que en la Plaza Mayor de Salamanca, debajo del reloj, a las once en punto de la mañana, nos encontramos dos docenas de gastronómadas o peregrinos transhumantes del buen yantar a cumplir con la trangresión ritual del pecado capital de la gula. Los dioses nos han de castigar por ello con dos centímetros más de cintura y a empezar la operación bikini desde cero otra vez.
Puestos a ello, que la cosa sea gorda (nunca mejor dicho).
Primera visita, al mercado. Paseo hasta el obrador en el que nos iban a dar la lección del día: Cómo hacer el hornazo de Salamanca si perder la compostura. ¿Sabéis que el hornazo está riquísimo si lo acompañamos de un buen cava?
Visita a las torres de La Clerecía excepto para vagos, lisiados y embarazadas.
Y a comer, que a eso hemos venido. Buen vino y mejor jamón de cerdo ibérico bien criado en las dehesas de Extremadura y curado en las sierras salmantinas como aperitivo de un "frugal refrigerio a base de sardinas marinadas, croquetas de cocido, el bichejo de siempre (como lo odio) con unos callos riquísimos, carrileras de ibérico y a Rafa se le olvidó que soy diabético y me quedé sin postre.
Paseo visita cultural por la ciudad y despedida.
Los supervivientes: Rafa, Ana Sánchez y su señor esposo, la otra Ana, David "El monaguillo" Mar Manuel, su señor esposo y este servidor seguimos al pie del cañón y continuamos tomando tapitas, entre las que había desde un refinado ceviche de gambas hasta un revuelto de farinato.
Terminamos en una terraza degustando unos Gin-tónics hasta que la lluvia nos invitóa a irnos a descansar.
Que ya sabemos que el secreto de la felicidad consiste en tranquilidad, buenos alimentos y muuuucho reposo.

lunes, 10 de agosto de 2009

SALAMANCA

El viernes fuimos a Salamanca. Hacía ya cuatro años que no habíamos vuelto por allí.
Venían unos amigos de mi hija y tenían problemas de trasbordo de autobuses, lo que les haría estar unas horas de la noche esperando para luego llegar aquí a las cuatro o las cinco de la madrugada. (Es una pena que hayan quitado los trenes con el Norte).
Así que nos apuntamos para ir a recogerlos.

El Palacio de Anaya.

Había calculado el tiempo con los criterios de antes; pero ya está lista la autovía. Menos de dos horas de viaje, por lo que nos sobraba tiempo.
Mi hija había concluído sus estudios en Salamanca hace cuatro años. La madre, cuarenta.


La Catedral Nueva.

Aparcamos el coche en el aparcamiento de la Universidad y nos fuimos dando un paseo hasta la Plaza. Empezaba a anochecer y fueron madre e hija contándose sus cosas: "Esta era mi facultad". "Eso era antes, ahora está en..". "Aquí había un cine. Aquí una farmacia. Aquí una platería", etc...
Llegamos a la Plaza en el momento en que se encendían las luces. No se podía dar un paso. Una tuna en cada esquina. (Tunos en manga corta, sin cintas, sin capa y SIN PANDERETA....). Las terrazas llenas, los bares y cafeterías a rebosar. El eterno cliente de Novelty, Torrente Ballester seguía impertérrito el espectáculo desde su sitio de siempre.


Fachada de la Universidad con su célebre ranita.

Regresamos por Las Rúas hasta las catedrales (Hay dos, la nueva y la vieja), seguimos hasta la Universidad (Cómo no, a buscar la rana. La encontramos los tres), seguimos por La Latina hasta el Trilingüe y de allí, por el parque, al aparcamiento. Por supuesto, en el camino nos tomamos unas cervecitas y unas tapitas. El conductor, sin alcohol.


La Universidad Pontificia y torre de la Catedral Nueva.

Hice unas fotos con el móvil, buenas no es que sean;pero valen.
Recogimos a los viajeros y nos volvimos a casa sin apenas cansancio, y muy contentos todos.