Hace ya mucho tiempo que se lo tenía prometido y esta era una buena
ocasión para cumplir mi promesa. Nos vamos de crucero.
Las maletas están hechas, revisadas y vuelta a revisar. Toda la
documentación en orden, que no se puede olvidar nada.
Primer tramo hasta el aeropuerto de Barajas donde cogeremos el avión que
nos llevará hasta Estambul, lugar de partida del crucero.
Primer inconveniente. Hay una avería en el mostrador de facturación y
las labores empiezan con una hora y media de retraso. No tendremos tiempo para
tomar nada antes del embarque.
Son cuatro horas de vuelo, la recogida de maletas, los trámites de
aduana y control... y otra hora más de traslado hasta el barco, que el
aeropuerto está en el lado asiático de la ciudad y a esta hora el atasco es
monumental.
El traslado lo hacemos en autocares y tenemos ocasión de ver la zona
moderna de esta cuidad de casi quince millones de habitantes llena de
mezquitas, a veces una al lado de otra, con sus inconfundibles minaretes. Los
nuevos edificios son rascacielos de una gran belleza y personalidad. Toda la
ciudad está llena de banderas rojas con la estrella y la media luna y, por
todas partes, desde los jardines, hasta los tranvías, referencias a su candidatura a los juegos olímpicos de 2020.
Todavía nos quedan los trámites de recepción y enterarnos un poco de
cómo es la vida a bordo. Parecerá una tontería; pero los de tierra adentro, nos mareamos en los botes de Retiro.
Tras la cena salimos a dar un paseo. Tenemos la intención de visitar la
Torre Gálata desde la que se divisa toda la ciudad y está cercana al puerto.
Suenan las voces de los moecines llamando a la oración.
El mapa que nos han dado es malísimo. Además no hay ningún tipo de
indicación y por aquellas calles tan estrechas hemos dejado de ver la torre y
estamos despistados. Preguntamos a una pareja y nos dicen que nos busquemos un
taxi. Lo interpretamos como un aviso de zona no muy recomendable y nos damos la
vuelta.
Segundo problema. No tenemos moneda local y aunque para los pagos
grandes aceptan euros, los pequeños, como tomar un taxi, hay que abonarlos en
liras turcas. Si alguna vez vais por allí, no olvidéis echar un puñado de
moneda local para los primeros gastos.
Nos quedamos sin ver la torre. ¡Qué le vamos a hacer! Otra vez será.
El regreso lo hacemos por la zona de "la movida". Aquello está
lleno de gente tomando café y fumando las narguilés o pipas de agua sentados en
las terrazas. Hay muchos puestos callejeros con diversos productos, sobre todo
dulces, y muchos también con braseros para alimentar las narguilés.
Cada entrada y salida la tenemos que hacer a través de la aduana,
presentando la documentación y pasando los bolsos por el escáner.
El barco no zarpa hasta mañana y hay que madrugar. Estamos citados a las
7:45 para la visita guiada por la ciudad.
6 comentarios:
Un precioso crucero siempre inspira un cambio en nuestra vida casi siempre monótona por falta de lo principal en estos días DINERO.Un beso
¡Maravilloso!
¿y la comida?
Deseando seguir leyendo crónicas
Guauu comenzamos el viaje, estaré atenta
Que maravilla de viaje, me imagino lo bien que lo habéis pasado. Espero con ganas las siguientes entradas.
Un beso
Estambul es un lugar ideal para comenzar un gran viaje, cómo vamos a disfrutar la crónica.
Besos
Un crucero para una pareja disfrutando al máximo, bs.sefa
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