Para entretener la mañana han organizado una visita a las cocinas del barco dirigidas por el chef y el maitre principal.
Las cocinas, junto a dos de los comedores, ocupan la casi totalidad de la cubierta nº 8. Son enormes y están hechas de acero inoxidable desde el suelo al techo. En ellas trabajan más de 100 personas y se elaboran unos 12.000 platos diarios.
Tras la visita, uno de los cocineros, tailandés, nos hace una demostración de esculturas con frutas y verduras. Un prodigio de imaginación y habilidad.
La tarde en Atenas. La guía es una griega formada en el Instituto Cervantes. Habla un castellano correctísimo con algunos giros en italiano y se llama Artemisa.
Es Jueves Santo para los ortodoxos y fiesta en toda Grecia. Hay vacaciones escolares y las calles están casi sin tráfico. El traslado es muy rápido.
Damos una vuelta por toda la ciudad, tenemos la oportunidad de ver el cambio de guardia frente al Palacio Real, vemos la catedral católica, la Plaza Syntagma y, lo que para mí ha sido la vista más emocionante, por lo inesperada, el Estadio Panatheinakos, el de todos los atenienses. En el que se celebraron los Juegos Olímpicos de la antigüedad y en que en nuestros días, se enciende cada cuatro años la Antorcha Olímpica.
Subimos a la Acrópolis. Está todo en obras, lleno de grúas y andamios, sacos de cemento y trocitos de piedra. Allí están los templos de Atenea Virgen (Athenea Partenós) y el más pequeño, morada de Poseidón, el del atrio de las Cariátides, el Erecteión.
En fin, todo lo que estudiamos en el Bachillerato al alcance de la mano. Nos advierten que las Cariátides que vemos son reproducciones y que las originales están en el nuevo Museo.
Hay 38 grados de temperatura y, según vamos bajando, nos dirigimos a los chiringuitos en busca de agua fría o de cerveza helada.
De allí, al Museo Nuevo de La Acrópolis. Pasamos delante de la embajada de España en Grecia y vemos la bandera en lo alto, el embajador está presente.
Tampoco decimos nada.
En el Museo vemos todos esos objetos que conocemos a través de los libros de historia. Allí están las Cariátides (solo 5, la que falta ya la vimos en el British Museum) que están en proceso de limpieza mediante rayos laser, cuya evolución vemos en tiempo real a través de monitores de vídeo. Algunas de las estatuas ya están acabadas y podemos apreciar su belleza tal y como las vieron los atenienses de hace 3.500 años.
Terminamos la visita a Atenas en un rincón de la Plaka, junto al monumento a Melina Mercoury tomando un buen café y un pedazo de baklava imposible de terminar.
A las 9:00, zarpamos camino de Santorini.
5 comentarios:
A pesar del calor debe ser precioso poder contemplarlo y tocarlo, bs.sefa
Estás haciendo el viaje de mis sueños
ains y encima con sol y calor
envidia
Besos
También estoy envidioso como la comentarista anterior!!
Que envidia más sana (espero porque si no me voy a poner malísima) y que reguapos los dos ;)
El Partenón, las Cariátices, en la cabeza la voz de Melina y ...una cerveza fría, lo dicho, qué envidia
Que viaje tan fantástico estáis haciendo, ver Grecia es una preciosidad, aunque hago calor.
Estáis muy guapos.
Un beso
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