Mi vecino el cubano me decía que eso del arroz a la cubana era un invento español, que en Cuba, nadie había oído jamás hablar de semejante cosa. Lo atribuía, seguramente, a la presencia de plátano frito en su elaboración.
Sin embargo ha sido uno de los platos más populares en nuestro país sobre todo por lo atractivo que resulta para los niños.
Hay numerosas teorías sobre su origen. Tal vez sea cierto que su origen sea caribeño y de la época colonial en la que se consumía un arroz blanco, simplemente hervido y regado con grasa de cerdo para aportar algo de sabor.
En España, donde es más popular es en las islas Canarias y no es descabellada la teoría de que su nombre proceda de cierta casa de comidas de nombre "La Cubana" que, a principios del S. XX, servía un arroz blanco acompañado de plátano frito y regado con salsa de tomate.
A mí me gusta añadirle unos torreznos. Sin ellos no me sabe a arroz a la cubana. Mis hijos le ponen un par de salchichas.
También me gusta ponerle salsa de tomate o tomatada hecha en casa en vez del tomate frito industrial. La salsa de tomate se hace en cantidad (que luego te dura una semana o más en la nevera) con tomate, ajo, cebolla y pimiento.
A pesar de su fácil elaboración es un plato que está desapareciendo, ya no aparece en las ofertas de ningún restaurante por humilde que sea, incluso apenas aparece en los menús escolares.
¡Ah! Una cosa. Jamás con el huevo "a la plancha" o cocido.
Vamos a ello:
400 gr. de arroz. (4 tazas o 8 "puñaos").
4 cacillos de salsa de tomate.
4 lonchas de tocino, panceta o papada.
8 huevos.
Aceite para freir los huevos y los torreznos.
En una cazuela con muy poquito aceite, doramos unas láminas de ajo, que vamos a retirar cuando estén doradas. Echamos el arroz y damos unas vueltas, agregamos agua caliente en doble cantidad que de arroz, salamos y dejamos hervir algo menos de 20 minutos (la mayoría de los arroces suelen tardar 17 min.). Dejamos reposar tapado.
En una sartén ponemos el aceite a calentar, cuando esté a temperatura media echamos los torreznos y los dejamos confitar. Cuando estén ligeramente dorados subimos la temperatura hasta verlos a nuestro gusto. Sacamos sobre papel de cocina, salamos y reservamos.
En el mismo aceite freímos los huevos de forma que queden las claras hechas y las yemas líquidas.
Mientras tanto tendremos la salsa de tomate caliente.
Servimos los huevos directamente en los platos y a continuación el arroz. Cubrimos con la salsa caliente y al lado, los torreznos.
¡A la mesa con ellos!