Días atrás comentaba una bloguera amiga, Garbancita-Cristina, que había comprado berenjenas blancas en un mercado francés. Para mí, las berenjenas blancas no suponen ninguna novedad ya que es habitual encontrarlas en el mercado franco de los miércoles en Cáceres. Cierto es que no las había comprado nunca, así que el miércoles me dí una vuelta por el mercadillo para comprar los plantones de otoño para el huerto y de paso, mirar en los puestos de la verdura para ver si algún hortelano tenía berenjenas blancas. Era ya última hora de la mañana y las berenjenas que encontré no eran precisamente las más lucidas; pero no me anduve con contemplaciones y compré un kilo. A 90 céntimos estaban. 5 berenjenas, 1,150 grs. un euro.
El problema es qué hacer con un producto que es a la vez nuevo y antiguo. Pues informarme, que para eso está San Google, al que más velas se le ponen de toda la corte celestial.
Las berenjenas blancas son las más antiguas, las primeras en ser cultivadas. Parecían huevos y no frutos , la voz inglesa para nombralas es "eggplant": la planta que da huevos.
La piel es más suave y su carne es más parecida a la de las setas que la de las berenjenas. Dan el aroma a tierra húmeda propia de las setas.
Como en estos días estoy intersado en la comida sefardí, he decidido preparar con ellas un delicioso almodrote de berenjenas, buscando la inspiración en el magnífico recetario con que me ha obsequiado La de la tiza, que aunque sólo fuese por esta delicia, es acreedora de todo mi agradecimiento.
Esta es mi receta para el almodrote de berenjenas blancas:
3 berenjenas blancas.
1 cebolla mediana.
3 galletas de soda. (En sustitución de pan ácimo).
150 gr. de queso fresco de cabra de La Vera. (Como flor de harina, blanco)
Una cucharada de cominos.
Una rama de hierbabuena.
Dos cañas de cilantro fresco.
3 huevos.
Un chorrito de nata.
Queso parmesano rallado.
Si uno de los placeres que proporciona el pecado de la gula es el aroma de los alimentos, al infierno de cabeza que vamos.
Asamos las berenjenas en el horno a 200ºC durante una hora, son más duras que las moradas. Las dejamos templar y deshacemos en tiras. Ablandamos la cebolla en una sartén con una gota de aceite y ponemos ambas cosas en una fuente para horno. Añadimos el queso de cabra en trocitos, desmenuzamos las galletas de soda y mezclamos bien. Aliñamos una cucharada de cominos, la hierbabuena y el cilantro picados y sal al gusto.
Hecho hasta aquí, aliñados con aceite y un chorro de limón, hacen una ensalada estupenda; pero yo quería hacer la receta completa, más contundente.
Batimos tres huevos, les añadimos un chorro de nata líquida y un par de cucharadas generosas de queso parmesano rallado. Lo vertemos sobre la mezcla anterior, introducimos en el horno a 180º C durante 40 minutos.
En caliente o en frío, está realmente bueno.
Señor Almodrote: Ha sido todo un placer.