Como estaba previsto, el sábado fuimos a Oleiros para asistir al festival del cabrito estonado y del maranho.
Lo que no habíamos previsto es que Oleiros es un pueblo de montaña y que la carretera de acceso no tiene cincuenta metros en línea recta. Hora y media nos llevó hacer los escasos cincuenta kilómetros entre Castelo Branco y Oleiros.
Menos mal que no nos entretuvimos demasiado en nuestra visita a Idanha-a-Velha y aún así llegamos a tiempo. Es decir, llegamos tarde, los portugueses a las dos de la tarde ya han terminado de comer.
En los carteles anunciadores se recomendaba hacer reseva de mesa para este evento. Nosotros habíamos elegido un restaurante al azar, "Regional". La ventaja que tiene ser los últimos es que, Prazeres, la dueña nos acompañó a los postres y nos contó los pormenores del menú, incluso nos dio alguna receta.
Fue un auténtico festín, pedimos probar de todo un poco, poniéndonos lo que ellos entienden por "poco", o sea, abundante.
La tercera delicia que disfrutamos fué el bucho, un embutido de carne de cabrito o cabra con hierbas, hervido y rematado en el horno, cortado también en rodajas y que se acompaña de ensalada y gajos de naranja.
Un vino de la tierra de un color carmín casi negro, de sabor algo dulzón, fue el complemento ideal de un señor banquete, que completaron, los que pueden, con un dulce de huevo que tenía una pinta estupenda. Como colofón unos cafés como sólo se toman en Portugal y unos chupitos de bagaceira para quedar como señores.
El regreso lo hicimos por el camino largo; pero sin carreteras de montaña (casi).
13 comentarios:
Después de leer tu crónica, es para ponerse a llorar por no poder catar todos esos manjares!!! Es que me quedo con todo!!! No es broma, pero es que me duele el estómago de hambre y mira la hora que es!!!Besos
Un dia muy bueno y con semejante comida bien completo, un abrazo.SEFA
¿Y siesta...? ¿No hubo siesta...?
La verdad es que me das una sana envidia (¡bueno, no tan sana!)
Un abrazo.
Con lo exagerados que son para servir los platos, me imagino que el festín sería de padre y muy señor mío...
El cabrito estonado tiene buena pinta, pero yo sigo prefiriendo al innombrable, que allí son unos maestros en prepararlo de mil formas diferentes, o cualquier otro pescado de los buenos y variados que ponen.
Un abrazo.
¡Viva el cabrito! y ¡Viva el bacalao! jajajaja
¡Cuánta envidia me dais! me encanta el turismo gastronómico, o lo que es lo mismo para mi...llegar y comer lo del lugar
Un abrazo
¡Buen festín! Los demás nos conformaremos con leer tus estupendas crónicas que nos mantienen al tanto de los eventos gastronómicos que se dan por tus alrededores. Besitos.
Elvira:
Estoy de acuerdo contigo: Auténticos manjares.
El cabrito tiene su época; pero las otras cosas, las hay todo el año.
Besos.
Sefa:
Y un chupito de bagaceira para ayudar a la digestión.
Besos.
Pedro:
Ya ves. En esta ocasión no hubo siesta.
Te voy a confesar una cosa: Mis acompañantes tenían prisa por llegar a casa, que había no sé qué partido de futbol trascendental y no querían perdérselo.
¿Envidia?. ¿Por qué?. La próxima vez te vienes con nosotros. No faltaría más....
Un Abrazo.
Nina:
Para saber cómo son los platos allí, pide un françesinha, te vas a enterar.
El Innombrable es otro. A mi lo que no me gusta es el bichejo. ¡¡¡¡Y que no falta en nigún menú!!!!! (Ementa, que la llaman ellos).
Besos.
Tita:
Voy a pasar por alto aluno de tus vítores y trataré de olvidarlos.
Te digo lo mismo que a Pedro: Cuando tu quieras.
Besos.
Mari Carmen:
Procuraré teneros al día.
Besos.
¡Ah!. Para todos: ¿Me creeréis si os digo que todo eso, postres incluídos, no llegó a 15€ por persona?.
Publicar un comentario