sábado, 25 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 7.

Anoche, cuando entramos en nuestro camarote, teníamos encima de la cama una nota en que se nos comunicaba un retraso de dos horas en la salida de nuestro avión de regreso. Nos ofrecían, por ello, una excursión en Venecia que incluía una visita a la ciudad y un viaje en góndola por los canales . Así las cosas, decidimos contratar dicha excursión. Nunca me arrepentiré lo suficiente.
Hemos hecho 330 millas, como 600  kilómetros.
Muy temprano atracamos en Trieste. El puerto de Trieste está en pleno centro. Como si en Madrid, por poner un ejemplo, apareciese la proa del barco en la Plaza Mayor por el Arco de Cuchilleros.
La antigua Tergeste fue territorio griego, pasó a los romanos (El emperador Trajano construyó un magnífico teatro que se conserva perfectamente). A la caída del Imperio Romano, se convirtió en baluarte bizantino. Devastada por lo lombardos, formó parte del Reino de los Francos.
En el S. XI fue del Patriarcado de Aquilea, en el S.XII, independiente, en el XIII de los venecianos y de los austríacos en el siguiente.
En 1719 se convierte en puerto franco y única salida al mar del Imperio Austrohúngaro. Y así hasta 1918 en que se integra en Italia. Su Plaza Mayor, por la que asoma, según digo, la proa de nuestro buque, recibe el nombre de Piazza della Unitá d´Italia.
Allí vivió el Emperador Maximiliano I de México antes de aceptar la corona.
Allí vivió James Joyce. Sí, el autor del "Ulises", ese libro que todos tenemos en lista de espera para empezar a leerlo de un momento a otro y del que nadie que yo conozca ha pasado del "Intribo ad altare Dei".Y aún así dicen de ella que es la obra más influyente del Siglo XX.

Callejeamos y visitamos el teatro romano, el arco de Trajano, la inmensa Piazza, la tercera más grande del mundo abierta al mar, la basílica ortodoxa de rito servio. Bellísima tanto por fuera como por dentro.
La estatua de James Joyce, cruzando eternamente el puente sobre el canal.
Las costureras al borde del mar.
Es cierto que se ve enseguida. Puede que lo más importante esté en sus museos; pero es lunes y los lunes, ya se sabe, no hay museo abierto en parte alguna.
Nos volvemos, pues, al barco, justo en el momento en que empieza a llover.
Nos toca recorrer el último tramo de 70 millas (unos 135 Km.), en los que no emplearemos más allá de 4 horas.
No hemos hecho mas que zarpar cuando la sombra del "Costa Concordia" se cierne sobre nosotros. El capitán del navío avisa por los altavoces que vamos a pasar por delante de la casa de su hermana en la costa de Eslovenia y va a hacer sonar las sirenas. Afortunadamente no hace ningún intento de acercamiento a la costa.
Llegamos a Venecia a la puesta de sol. Las fotos son espectaculares y las vistas aún más. Es emocionante ver la Plaza de San Marcos desde el barco, que está siendo arrastrado por dos remolcadores para impedir que las potentes hélices creen un oleaje exagerado. La marcha es muy lenta a través de La Giudecca, dicen que apenas navegamos a cuatro nudos.

Cuando atracamos, la navegación ha terminado, no el viaje, que aún nos queda pasar la noche y unas cuantas horas más.
No acudimos a cenar al restaurante, picamos un poquito en la pizzería porque tenemos prisa para conocer un poco la ciudad.

En el embarcadero de los vaporetos no hay ventanillas, ni personal de ningún tipo y no tenemos ni idea de cómo se sacan los billetes. Allí vemos a un señor con mono y chaleco reflectante y le empezamos a hacer preguntas a las que va contestando cortésmente, hasta que parece ligeramente irritado, levanta las manos y dice: "Io no laboro qui". Hemos estado molestando a un pobre hombre que pasaba por allí.
Por fin, con nuestros billetes por dos horas nos subimos al primer vaporeto que llega. Entonces a alguien se le ocurre preguntar que por dónde hace el trayecto. Nos contestan que por la Giudecca por lo que nos bajamos. Los que hacen el trayecto por el Gran Canal, se toman en otro muelle.
Aunque hace frío, son las 11 de la noche, el trayecto, que dura 40 minutos, lo hago en la cubierta al aire libre.
Venecia es magnífica y el espectáculo increíble. No hay una iluminación especial, es mas bien tenue; pero en el interior de los palacios tienen las luces encendidas y se puede entrever su interior. Cuando pasamos bajo el puente de Rialto sentimos un escalofrío de emoción.
Desembarcamos en la Plaza de San Marcos. Nunca pensé que fuera tan hermosa. La Catedral no es para describirla, es para verla. (Venecia entera es para vivirla).
Salimos de la plaza por una de aquellas callejuelas llenas de tiendecitas de artesanía, de cristales de Murano, de máscaras de carnaval, de las mas destacadas firmas de moda y de complementos... Hasta el Ferrari de Alonso vimos. Llegamos hasta el mercado de Rialto y vemos el puente en su interior.
Estamos muy cansados y regresamos al barco, esta vez, sí, por la Giudecca, que el viaje por allí dura apenas diez minutos.
Según las normas que nos dieron, el equipaje debe dejarse en la puerta del camarote antes de las 2 de la madrugada. Nos han entregado unas etiquetas de colores para distinguir en qué expedición va cada una de ellas. El equipaje de mano hay que dejarlo en consigna a las 6:30 de la mañana.
Es la 1:15 de la mañana. Llegamos a la aduana para acceder al barco. Nos encontramos con una cola de varios cientos de metros. Allí está todo el pasaje intentando llegar al barco y en la aduana no hay más que dos funcionarios, uno para revisar la documentación y otro para controlar el scanner y el arco ese que pita. Podemos comprobar que la velocidad de atención es de tres viajeros por minuto. Uno cada 20 segundos. Dos horas de cola. Cuando llegamos al camarote son casi las 3:30 y todavía nos queda cerrar las maletas, ponerles las etiquetas y sacarlas a la puerta.
Hay que levantarse a las seis, llevar el equipaje de mano a consigna, desayunar y estar listos a las 7:30 para la excursión.
Estamos absolutamente reventados.

lunes, 20 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 6.

Durante la noche hemos navegado 230 millas, unos 420 km.
Hemos cruzado el canal de Otranto, entre Italia y Albania, que separa el mar Jónico del Adriático. Tenemos que retrasar nuestro relojes una hora, a las tres serán las dos y ya estaremos con el mismo horario que en casa.
Muy temprano hemos atracado en el puerto nuevo de Dubrovnik. Las vistas desde el barco son preciosas.
Tomamos un taxi en la misma escalerilla del barco. El paso por la aduana no tiene demasiados trámites, le enseñamos desde dentro del taxi nuestra documentación al guardia y este se aparta y nos hace, con la mano, la señal de pasar.
El centro está a tres kilómetros escasos, por lo que el viaje se hace en pocos minutos y nos deja en la Puerta  de Pile,  al pie justo de la muralla.

Ciudad Patrimonio de La Humanidad desde 1979, fue bombardeada por la artillería servia el 6 de diciembre de 1991, causando grandes daños en los edificios, pero permaneciendo la muralla intacta. Un tercio de las edificaciones se vió afectado, iglesias, palacios, edificios históricos. Muchos de ellos totalmente destruídos, entre los que se encuentra la casa del artista plástico Ivo Dulcic que contenía, además de una biblioteca con más de 2000 volúmenes de Historia y de Arte, una colección de tarros de farmacia, fotografías, diapositivas, acuarelas, posters, etc.
Murieron unos 200 soldados croatas.
La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo, es hoy el lema de la ciudad.

En 1994 La UNESCO hizo un nuevo inventario ampliando el concedido en 1979. La ciudad ha sido completamente reconstruida y apenas quedan huellas de la tragedia.
La moneda local es la kuna, aunque en todos los sitios admiten euros sin más problemas que la vuelta la hacen en moneda local. (1 € +/- 7 kunas).
Su entrada en la UE está actualmente bloqueado por Eslovenia debido a una cuestión de fronteras.
Pasear por Dubrovnik es una delicia. Totalmente libre de tráfico rodado (no se ven ni bicicletas), andar por la "placa" o calle principal (antes Stradun) desde la fuente de Onofrio hasta el viejo puerto. Ver los monasterios de franciscanos y dominicos, la catedral, la iglesia ortodoxa, la torre de Orlando.... Las puertas adornadas con laurel, las quince callejuelas llenas de escaleras que ascienden hasta la muralla.... te están invitando a volver algún día.

El viaje toca a su fin. El pasaje está convocado a primera hora de la tarde en el teatro, nos van a devolver los pasaportes y a dar las indicaciones para el desembarco final. Qué hay que hacer con el equipaje, con la llaves de los camarotes, con las cuentas de gastos, etc.
A continuación va a haber un espectáculo con un prestidigitador y una demostración de cocina con el chef del barco, eso que ahora se llama un cooking-show.
Está a punto de haber un motín. Nos han metido una mañana en Trieste, cosa que no estaba en el itinerario inicial y de la que nos enteramos a la firma del contrato. La gente tenía la ilusión de pasar día y medio en Venecia y esta estancia se queda reducida a unas cuantas horas. El numerito que nos montan me recuerdan a aquellas clases de dinámica de grupos que hacíamos cuando yo estaba en Formación del Profesorado. ¡Que maestría tienen los jodíos! ¡Cómo han logrado sortear la situación!
Admirable.
Nos guste o no, mañana por la mañana estaremos en Trieste.

viernes, 17 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 5.

Hemos hecho el tramo más largo de todo el recorrido: 420 millas. Unos 800 km.
Entretengo la mañana redactando este "diario" y pasando las fotos de estos días al ordenador en un rincón de una de las muchas cafeterías que tiene el barco, tomando cervezas y disfrutando del paisaje. Navegamos muy cerca de la costa del Peloponeso y, de pronto, vemos saltar los delfines que nos acompañan durante unos minutos. Me pillan sin cámara, solo me he subido la tarjeta.
Por la tarde llegamos a Corfú.
Su nombre griego es Kérkyra. Cuenta la mitología que el dios Poseidón se enamoró de la ninfa Córcira, hija de Asopo y Metope y la raptó, según era costumbre entre los dioses del Olimpo,  llevándosela a esta isla a la que dió su nombre.
De esta unión nació Faiax, del que descienden todos los feacios.
Es la isla en la que, según La Odisea, naufragó Ulises y dónde se encontró con  los cíclopes, gigantes de un solo ojo en mitad de la frente y dónde tuvo su aventura particular con uno  de ellos, Polifemo. Se puede visitar su cueva.
Decidimos visitar la isla a nuestro aire, sin contar con la excursiones organizadas y nos salió bastante bien. Alqilamos un taxi por dos horas y su conductor nos llevó a conocer algunos de los rincones más atractivos de la isla, parando en aquellos lugares en que podíamos hacer las mejores fotografías e incluso haciéndonoslas él mismo.
Visitamos el Achilleion, construído por la Emperatriz Elizabeth de Austria (más conocida por Sissy) como residencia de verano, con unas vistas fantásticas y unos jardines increíbles.
Nos llevó a Kanoni, una península que servía de defensa y en la que había instalados algunos cañones, de ahí su nombre.
Abajo, en una pequeña isla se encuentra el monasterio de Panayia. Las vistas son espectaculares.
Todavía nos queda un rato para callejear un poco por las calles de la ciudad vieja, llenas de comercio y de gente.
Hemos llegado tarde, porque la fiesta del Sábado Santo en Corfú es la más espectacular de todas las fiestas de Grecia. El suelo de las calles está rojo de los restos de cerámica que tiran por las ventanas para atraer la buena suerte. La fiesta ya ha terminado y solo podemos dar testimonio de los suelos rojos  y de los restos de cerámica que aún siguen barriendo los vecinos.
Todavía nos sobra un ratito para sentarnos en una terraza y disfrutar de una taza de café y un vasito de ouzo, eso sí con mucha agua fría, que el licorcito tiene 55 grados de alcohol.
Mañana estaremos en Dubrovnik.

jueves, 16 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 4.

Cuando amanece ya hemos llegado a Santorini. Hemos navegado 150 millas durante la noche (275 km. aprox).
Me llama la atención el nombre, etimológicamente procede de Santa Irene, igual que Santarem, en Portugal. Curiosidades en las que habrá que profundizar.
Santorini forma parte del archipiélago de Las Cícladas y es lo que quedó de una isla volcánica tras la explosión del volcán hace ya 3.600 años. El volcán continúa activo y ya se está formando una islita nueva, con los que dentro de 100.00 ó 200.000 años estará reconstruída otra vez. Los isleños viven con el temor constante a una nueva erupción, por lo que cuenta con innumerables iglesias y capillas repartidas a todo lo largo de la isla.
Elaboran un vino extraordinario y crían asnos, animal que han adoptado como símbolo del lugar. Se dice que en Santorini hay más vino que agua, más iglesias que casas y más burros que hombres.
Hay cinco cruceros anclados en la laguna. Más de siete mil turistas con la intención de visitar Fira.
El desembarco se hace en lanchas que no cesarán de ir y venir en las cinco horas que durará la estancia.
El acantilado sobre el que se encuentra Fira tiene unos 150 m. de altura y se puede acceder a pie por una escalera zigzagueante; pero dicen que se tarda una hora en llegar a lo alto. También se puede hacer ese camino a lomos de asno o por medio del funicular.
Las colas para utilizar tanto uno como otro medio de transporte son interminables. Después supimos que hay otra alternativa: Viajar en barco hasta Oia y subir en autobús, lo malo es que la bajada hay que hacerla a pie.
Decidimos, pues, quedarnos abajo en el puerto, de lo que no nos arrepentimos. Estuvimos visitando las tiendecitas de artesanía y tomando ouzo con pulpo a la brasa en las típicas terrazas.

Regresamos al barco tranquilamente antes de que empezaran las aglomeraciones de última hora.
A las 2 de la tarde, ya estábamos camino de Corfú.
Parece ser que ha desaparecido la vieja costumbre de la cena de gala con el capitán del barco y la han sustituído por un cóctel de gala en el recinto del teatro. Las chicas se han puesto todas guapísimas (También es verdad que para eso necesitan poco). Yo me pongo unos pantalones de "vestir" y una chaqueta de punto, sin corbata.
Me apunto a una copita de cava (los he tomado mejores) y Mary Paz a un cóctel sin alcohol.
El capitán presenta a su tripulación y, a continuación hay un espectáculo del que solo me han gustado los chistes del presentador: "Las diez mejores preguntas de los viajeros de crucero”.

miércoles, 15 de mayo de 2013

GARBANZOS CON GAMBONES AL AJILLO.

Hace unos años estuvieron de moda por estos pagos unos garbanzos con gambas al ajillo que servían en el restaurante de la piscina de un pueblo y cuyos anuncios podíamos oir en las emisoras de radio locales.
Cierto es que aquel verano hubo más comensales en el bar que bañistas en la piscina, tal fue el éxito del invento a pesar de los infernales calores de los veranos extremeños.
Tenía ya casi olvidado el guiso cuando me encuentro en el menú del barco unos garbanzos con langostinos que me hicieron rememorar aquellos veranos. Ni el guiso ni el sabor eran los mismos; pero me propuse recuperarlos en cuanto estuviese otra vez en casa y me ha faltado tiempo para poner manos a la obra.
Necesitamos:
Un tarro de garbanzos cocidos.
250 gr. de gambones.
3 ó 4 dientes de ajo.
1 guindilla.
1 cucharada rasa de pimentón.
4 cucharadas de aceite.
1 l. de caldo de verduras (o un fumet de pescado).
Pelar los gambones reservando las cabezas para otra ocasión. Pelar los ajos y cortarlos en láminas. Si la guindilla es fresca, cortarla en aros.
Poner el caldo a calentar en una olla o cazuela, cuando rompa a hervir, echar los garbanzos y bajar el fuego.
Mientras, en una sartén al fuego, echar el aceite, los ajos y la guindilla, dejar confitar a fuego muy bajo. Cuando empiecen a dorarse, sacarlos sobre un papel absorbente. Apartar la sartén del fuego para echar el pimentón, e inmediatamente los gambones. Acercar al fuego y dejar hacer un momento, no más de un minuto.
Verter sobre los garbanzos y guisar unos minutos más. Echar los ajos y la guindilla y rectificar de sal.

martes, 14 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 3.

Hemos navegado 24 horas, hemos recorrido alrededor de 350 millas naúticas (unos 650 Kilómetros). Hemos atravesado el mar de Mármara y cruzado los Dardanelos para desembocar en el Egeo, pronto atracaremos en el puerto del Pireo.
Para entretener la mañana han organizado una visita a las cocinas del barco dirigidas por el chef y el maitre principal.
Las cocinas, junto a dos de los comedores, ocupan la casi totalidad de la cubierta nº 8. Son enormes y están hechas de acero inoxidable desde el suelo al techo. En ellas trabajan más de 100 personas y se elaboran unos 12.000 platos diarios.
Tras la visita, uno de los cocineros, tailandés, nos hace una demostración de esculturas con frutas y verduras. Un prodigio de imaginación y habilidad.
La tarde en Atenas. La guía es una griega formada en el Instituto Cervantes. Habla un castellano correctísimo con algunos giros en italiano y se llama Artemisa.
Es Jueves Santo para los ortodoxos y fiesta en toda Grecia. Hay vacaciones escolares y las calles están casi sin tráfico. El traslado es muy rápido.
Damos una vuelta por toda la ciudad, tenemos la oportunidad de ver el cambio de guardia frente al Palacio Real, vemos la catedral católica, la Plaza Syntagma y, lo que para mí ha sido la vista más emocionante, por lo inesperada, el Estadio Panatheinakos, el de todos los atenienses. En el que se celebraron los Juegos Olímpicos de la antigüedad y en que en nuestros días, se enciende cada cuatro años la Antorcha Olímpica.
Subimos a la Acrópolis. Está todo en obras, lleno de grúas y andamios, sacos de cemento y trocitos de piedra. Allí están los templos de Atenea Virgen (Athenea Partenós) y el más pequeño, morada de Poseidón, el del atrio de las Cariátides, el Erecteión.
En fin, todo lo que estudiamos en el Bachillerato al alcance de la mano. Nos advierten que las Cariátides que vemos son reproducciones y que las originales están en el nuevo Museo.
Hay 38 grados de temperatura y, según vamos bajando, nos dirigimos a los chiringuitos en busca de agua fría o de cerveza helada.
De allí, al Museo Nuevo de La Acrópolis. Pasamos delante de la embajada de España en Grecia y vemos la bandera en lo alto, el embajador está presente.
Tampoco decimos nada.
En el Museo vemos todos esos objetos que conocemos a través de los libros de historia. Allí están las Cariátides (solo 5, la que falta ya la vimos en el British Museum) que están en proceso de limpieza mediante rayos laser,  cuya evolución vemos  en tiempo real a través de monitores de vídeo. Algunas de las estatuas ya están acabadas y podemos apreciar su belleza tal y como las vieron los atenienses de hace 3.500 años.
Terminamos la visita a Atenas en un rincón de la Plaka, junto al monumento a Melina Mercoury tomando un buen café y un pedazo de baklava imposible de terminar.
A las 9:00, zarpamos camino de Santorini.

domingo, 12 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 2.

Estamos convocados a las 7:45 (6:45 en la península) para empezar la primera excursión. Nosotros  hemos elegido la de las visitas a la Mezquita Azul, Santa Sofía (Hagia Sophia) y el Gran Bazar.
Nos tienen esperando en el teatro del barco, con capacidad para 1.500 personas, hasta las 8:30 sin dar ninguna explicación. La gente está impaciente. Incluso se empiezan a oír gritos no muy agradables y corren todo tipo de rumores entre los viajeros.
La explicación es bien sencilla. Es día 1 de Mayo y hay convocadas decenas de manifestaciones por todo Estambul. La policía ha cortado todos los puentes de Bósforo y el Cuerno de Oro por lo que las tres partes de la ciudad (la parte asiática y las dos europeas, antigua y moderna) están aisladas unas de otras. 
Parece que han autorizado que nuestro traslado se lleve a cabo en lanchas, aunque ese servicio también está cerrado al público.
Hay que andar un buen rato desde el muelle de los cruceros hasta el de las lanchas. Ya hemos perdido más de una hora y el traslado por mar es más lento que en los autocares.
No hay ni un solo vehículo circulando por la avenida que anoche estaba atascada de tráfico: ni coches, ni autocares, ni tranvías. Nada.
Oímos los pitos y tambores de los manifestantes, aunque solo hemos llegado a ver un pequeño grupo de unas cincuenta personas con los que nos cruzamos sin mayores incidentes.
En el crucero viajan con nosotros dos grupos de estudiantes en su viaje de Fin de Carrera y una de las chicas nos contará después que han pasado auténtico miedo, ya que los antidisturbios han llegado a apuntarles con sus metralletas entre nubes de gases lacrimógenos. Sin embargo nosotros no hemos tenido, ya digo, ningún problema.
La lancha nos lleva hasta la parte vieja de la ciudad y desde allí vamos en autocares hasta la Plaza de las Mezquitas.
Entramos en la Mezquita Azul. La visita hemos de hacerla descalzos y las mujeres, además, con la cabeza cubierta.
Es de una belleza deslumbrante. Se la llama Azul porque sus paredes están cubiertas por azulejos que, en su mayoría, representan tulipanes, el símbolo de la ciudad.
Es la única que tiene 6 minaretes por ser la mezquita del sultán.
Frente a ella se encuentra Hagia Sophia. La basílica de la Santa Sabiduría. Primero basílica ortodoxa, luego, mezquita y ahora museo.
Construída por primera vez en el S. IV, fue destruída en dos ocasiones y tras la tercera reconstrucción, (que solo duró 5 años ya que se emplearon materiales quitados a otras construcciones, como el templo de Artemisa) la cúpula se cayó en un terremoto.
La actual data del S. VI y la cúpula, que mide 33.5 m. de diámetro y casi 56 m. de altura, se atribuye a Isidoro el Joven.
Absolutamente emocionante.
Aunque estaba previsto visitar también el Museo, las pérdidas de tiempo anteriores lo impidieron y la visita al Gran Bazar se quedó reducida a 15 minutos. Estamos tan cansados, que renunciamos a la visita y nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza.
Todavía nos queda una sorpresa. Antes de zarpar es obligatorio hacer un simulacro de emergencia y allí nos tienes a más de 1500 personas con los chalecos salvavida puestos, corriendo por los pasillos hasta el punto de encuentro, como en una fiesta de carnaval con disfraz único.
Tras el paripé suenan las sirenas. El barco zarpa, empieza nuestro viaje.

sábado, 11 de mayo de 2013

DE ESTAMBUL A VENECIA. DÍA 1.

El despertador suena a las cuatro de la mañana.
Hace ya mucho tiempo que se lo tenía prometido y esta era una buena ocasión para cumplir mi promesa. Nos vamos de crucero.
Las maletas están hechas, revisadas y vuelta a revisar. Toda la documentación en orden, que no se puede olvidar nada.
Primer tramo hasta el aeropuerto de Barajas donde cogeremos el avión que nos llevará hasta Estambul, lugar de partida del crucero.
Primer inconveniente. Hay una avería en el mostrador de facturación y las labores empiezan con una hora y media de retraso. No tendremos tiempo para tomar nada antes del embarque.
Son cuatro horas de vuelo, la recogida de maletas, los trámites de aduana y control... y otra hora más de traslado hasta el barco, que el aeropuerto está en el lado asiático de la ciudad y a esta hora el atasco es monumental.
El traslado lo hacemos en autocares y tenemos ocasión de ver la zona moderna de esta cuidad de casi quince millones de habitantes llena de mezquitas, a veces una al lado de otra, con sus inconfundibles minaretes. Los nuevos edificios son rascacielos de una gran belleza y personalidad. Toda la ciudad está llena de banderas rojas con la estrella y la media luna y, por todas partes, desde los jardines, hasta los tranvías, referencias a su candidatura a los juegos olímpicos de 2020.
Todavía nos quedan los trámites de recepción y enterarnos un poco de cómo es la vida a bordo. Parecerá una tontería; pero los de tierra adentro, nos mareamos en los botes de Retiro.
Tras la cena salimos a dar un paseo. Tenemos la intención de visitar la Torre Gálata desde la que se divisa toda la ciudad y está cercana al puerto. Suenan las voces de los moecines llamando a la oración.
El mapa que nos han dado es malísimo. Además no hay ningún tipo de indicación y por aquellas calles tan estrechas hemos dejado de ver la torre y estamos despistados. Preguntamos a una pareja y nos dicen que nos busquemos un taxi. Lo interpretamos como un aviso de zona no muy recomendable y nos damos la vuelta.
Segundo problema. No tenemos moneda local y aunque para los pagos grandes aceptan euros, los pequeños, como tomar un taxi, hay que abonarlos en liras turcas. Si alguna vez vais por allí, no olvidéis echar un puñado de moneda local para los primeros gastos.
Nos quedamos sin ver la torre. ¡Qué le vamos a hacer! Otra vez será.
El regreso lo hacemos por la zona de "la movida". Aquello está lleno de gente tomando café y fumando las narguilés o pipas de agua sentados en las terrazas. Hay muchos puestos callejeros con diversos productos, sobre todo dulces, y muchos también con braseros para alimentar las narguilés.
Cada entrada y salida la tenemos que hacer a través de la aduana, presentando la documentación y pasando los bolsos por el escáner.
El barco no zarpa hasta mañana y hay que madrugar. Estamos citados a las 7:45 para la visita guiada por la ciudad.

viernes, 10 de mayo de 2013

MOJO DE HABAS.

Parece que las aguas vuelven a sus cauces y que ahora tendré más tiempo para dedicar a mi abandonado bló.
Es tiempo de habas. Este año han venido muy, muy retrasadas por las aguas de marzo. También es cierto que no les he visto mi un solo pulgón, ni una mancha este año. Tengo en el huerto unas habas estupendas.
Lo que me he perdido han sido las primeras de la temporada por motivos del viaje (mañana empezaré a contarlo) y nos hemos quedado sin los "peixinhos de horta".
Sin embargo, aún no han empezado a granar y he podido prepara un exquisito mojo de habas al estilo de la abuela, con su cañita de cilantro -culantro, lo llamaba ella-, un plato muy típico de estas tierras.
Necesitamos:
1/2 Kg. de habas tiernas.
una chalota. O media cebolla pequeña.
Un diente de ajo.
cuatro cucharadas de aceite de oliva.
Una cucharadita rasa de pimentón.
1/2 litro de caldo de verduras (o agua, como lo hacía mi abuela).
Una caña de cilantro.
Cortamos las habas en trozos de unos 5 cm. y lavamos bajo el grifo de agua fría. Dejamos escurrir.
Mientras, cortamos la chalota bien fina, lo mismo que el ajo.
En una cacerola ponemos en aceite y echamos la cebolla y el ajo, damos unas vueltas hasta que quede transparente. Echamos las habas y damos vueltas hasta que adquieran un color verde esmeralda brillante.
Apartamos de fuego y agregamos el pimentón. Apagamos con el caldo y ponemos a cocer hasta que estén blandas.
Picamos el cilantro y lo añadimos al guiso en los últimos minutos. Ahora es el momento de añadir sal hasta alcanzar el punto.
Servir inmediatamente .