lunes, 27 de septiembre de 2010

ALMODROTE DE BERENJENAS.

Días atrás comentaba una bloguera amiga, Garbancita-Cristina, que había comprado berenjenas blancas en un mercado francés. Para mí, las berenjenas blancas no suponen ninguna novedad ya que es habitual encontrarlas en el mercado franco de los miércoles en Cáceres. Cierto es que no las había comprado nunca, así que el miércoles me dí una vuelta por el mercadillo para comprar los plantones de otoño para el huerto y de paso, mirar en los puestos de la verdura para ver si algún hortelano tenía berenjenas blancas. Era ya última hora de la mañana y las berenjenas que encontré no eran precisamente las más lucidas; pero no me anduve con contemplaciones y compré un kilo. A 90 céntimos estaban. 5 berenjenas, 1,150 grs. un euro.


El problema es qué hacer con un producto que es a la vez nuevo y antiguo. Pues informarme, que para eso está San Google, al que más velas se le ponen de toda la corte celestial.
Las berenjenas blancas son las más antiguas, las primeras en ser cultivadas. Parecían huevos y no frutos , la voz inglesa para nombralas es "eggplant": la planta que da huevos.
La piel es más suave y su carne es más parecida a la de las setas que la de las berenjenas. Dan el aroma a tierra húmeda propia de las setas.
Como en estos días estoy intersado en la comida sefardí, he decidido preparar con ellas un delicioso almodrote de berenjenas, buscando la inspiración en el magnífico recetario con que me ha obsequiado  La de la tiza, que aunque sólo fuese por esta delicia, es acreedora de todo mi agradecimiento.

Esta es mi receta para el almodrote de berenjenas blancas:
3 berenjenas blancas.
1 cebolla mediana.
3 galletas de soda. (En sustitución de pan ácimo).
150 gr. de queso fresco de cabra de La Vera. (Como flor de harina, blanco)
Una cucharada de cominos.
Una rama de hierbabuena.
Dos cañas de cilantro fresco.
3 huevos.
Un chorrito de nata.
Queso parmesano rallado.
Si uno de los placeres que proporciona el pecado de la gula es el aroma de los alimentos, al infierno de cabeza que vamos.
Asamos las berenjenas en el horno a 200ºC durante una hora, son más duras que las moradas. Las dejamos templar y deshacemos en tiras. Ablandamos la cebolla en una sartén con una gota de aceite y ponemos ambas cosas en una fuente para horno. Añadimos el queso de cabra en trocitos, desmenuzamos las galletas de soda y mezclamos bien. Aliñamos una cucharada de cominos, la hierbabuena y el cilantro picados y sal al gusto.
Hecho hasta aquí, aliñados con aceite y un chorro de limón, hacen una ensalada estupenda; pero yo quería hacer la receta completa, más contundente.
Batimos tres huevos, les añadimos un chorro de nata líquida y un par de cucharadas generosas de queso parmesano rallado. Lo vertemos sobre la mezcla anterior, introducimos en el horno a 180º C durante 40 minutos.
En caliente o en frío, está realmente bueno.

Señor Almodrote: Ha sido todo un placer.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

RABO DE TORO.

Fue verme entrar en su carnicería y se le iluminó la cara. Dejó lo que estaba haciendo y se metió en la cámara frigorífica de la que salió con dos rabos de toro,  uno en cada  mano.
"Sabía que ibas a venir y te los tenía apartados. Si los quieres ¿Eh?. ¡Qué ricos!".
No tuve que pensármelo dos veces. Dionisio venía a pasar el fin de semana y es uno de sus platos predilectos, por otra parte hacía ya mucho tiempo que no los preparaba porque tienen muchísima grasa y no conviene abusar .
Además me los puso a un precio que no se puede dejar pasar.
Tuve que esperar mi turno.
Mi carnicería es del antiguo estilo, de "veceros", como dicen en mi pueblo. El último que llega dice eso de "¿Quién da la vez?". En ocasiones llega la despistada de turno y su pregunta es "¿Quién es la última?". "Servidora" - digo si es el caso.
Mira -me decía- nada de espinazo ¿Eh?. Todo rabo.
Y era cierto.
¡Qué rico!, no dejaba de repetir mientras separaba vértebra a vértebra cada pieza.
He de aclarar que el rabo no era de toro (de toro de lidia, se entiende), era rabo de vaca o de buey. El rabo de ternera es insípido. De añojo para arriba, ya es otra cosa. El peso total no llegaba a los dos kilos.


Ya en casa, puse los trozos en una bandeja, ordenándolos por tamaños. No es manía, es por razones prácticas.
Corté una cebolla en pluma, dos zanahorias en rodajas, pelé tres dientes de ajo que dejé enteros, pelé y despepité dos tomates y los corté en cuadraditos, como corté en cuadraditos un pimiento verde.
Puse, a continuación, una cacerola al fuego y cubrí el fondo con aceite de oliva.
Después de enharinar los trozos del rabo los fui dorando lentamente por todos los lados y los fui reservando al calor.  En el aceite sobrante puse primero la cebolla seguida de los ajos, a continuación los pimientos y, cuando estaba todo blandito, el tomate. Entoces lo salé, puse una hoja de laurel y dos o tres clavillos. Cuando la salsa estuvo hecha, le puse un vaso generoso de vino oloroso, esperé a que se evaporase el alchol y pasé a colocar los trozos del rabo aprovechando todos los espacios lo mejor posible (de ahí el colocarlos por tamaños).
Si el líquido no cubriese del todo la carne, añadir un poquito de caldo.
Lo dejé al fuego suave durante más de dos horas, echando más caldo conforme lo fué necesitando. Cuando ví que la carne se despredía del hueso, tapé la cacerola y apagué el fuego y así lo dejé reposar hasta la mañana siguiente.
El guiso tenía una capa de grasa de dos dedos de espesor, por lo que, sin nervios, procedí a eliminarla por completo.
Lo calenté antes de servir y lo acompañé de patatas fritas "a gallos".
Dionisio se chupó los dedos.

martes, 21 de septiembre de 2010

TELEFONÍA MÓVIL

Estoy tan "liao" que no sólo no sé por dónde empezar, sino que no sé cómo va a terminar esto.
Hace unos días, relataba mi problema con la telefonía móvil, ahora lo voy a explicar:
A principios del pasado mes de agosto, me quedé sin línea en mi teléfono móvil (Celular, para los sudamericanos). Apareció en la pantalla un mensaje que decía  "Ponga su tarjeta SIM" y, como quiera que estaba puesta, me dirigí a la tienda más cercana, pongamos, de vodriofón.
Allí me colocan una tarjeta nueva.
En la pantallita aparece otro mensaje: "Tarjeta SIM desactivada". Me dicen que no me preocupe, que estas cosas suelen suceder y que en un par de horas todo estaría funcionando otra vez a la perfección.
A la mañana siguiente, todo permacía igual. Volví a la tienda y, después de rellenar, aparentemente, un montón de papeles, me dicen que en unas horas estará activada la SIM y que todo estaría de vuelta a la normalidad. 
No fue así.
Llamé a la compañía, al servicio de desatención y falta de respeto al cliente. Salió la clásica maquinita de marque el uno, marque el dos sin que se les ocurriese a los genios que la programan que cuando mi teléfono carece de línea, les tengo que llamar a través de OTRO teléfono.
Como uno en su ignorancia es ocurrente, me metí en la página web de micompañíatelefónicapuntocom (todojuntoyenminúcula) y, HURRA, hay un apartado para las quejas de los clientes. Problema: has de introducir las cifras de tu número de teléfono móvil (celular) en la casilla correspondiente y... te mandarán mediante SMS un mensaje con la clave que has de introducir para tener acceso al apartado que te permite efectuar   tu queja; pero, ¡AY!. Si no tengo línea... ¿Cómo voy a recibir la clave que me permita acceder al apartado que me permita efectuar mi queja?.
Mucho me temo que los genios que lo programan no están precisamente del lado del cliente.
Volví por tercera vez a la tienda y me dijeron "Nosotros no podemos hacer más".
Pero yo sí.
Me fui a una tienda, digamos de "timofónicas" y compré un nuevo teléfono móvil (celular) por la módica cantidad de 19 € y con 21 € de saldo en la tarjeta. E-mail a todos los amigos, familiares y contactos telefónicos comunicándoles el nuevo número provisional hasta nuevo comunicado, lo que no deja de ser un engorro, especialmente para aquellas personas que no dominan el medio; pero yo no me quedo incomunicado. Hecho lo cual, me fui a la oficina de la OMIC a presentar la correspondiente denuncia.
¿Por qué será que el 90% de las quejas que se presentan allí son contra las telefónicas?. Esta vez, con pruebas.
En el trayecto para llegar a la OMIC tenía que pasar por delante de otra tienda de telefonía móvil, de esas que no tienen compromiso con las telefónicas sino con las marcas de teléfonos (O algo así, digo yo).  Entré  y le conté mi problema a una chica guapísima, simpática y encantadora de la que, confieso, me enamoré al instante, que me colmó de atenciones y me prometió solucionar el problema inmediatamente. O sea, que como era viernes, el problema estaría solucionado el martes a más tardar. Si esto me lo hubiera dicho la chica de la primera tienda, aparte de haberme enamorado locamente de ella, habría sido la chica más guapa, más simpática y más encantadora de todo el orbe mundial; pero no, dijo "Nosotros no podemos hacer más" y ahí se acabó todo.
El lunes estaba solucionado el problema: La tarjeta que me habían puesto el primer día era defectuosa y no podía funcionar.
Lo peor de todo es que con cada tarjeta, me dieron un PIN y un PUK diferentes (No olvidar el teléfono nuevo). 
El pasado día 9, expiraba mi compromiso de permanencia, por lo que nada más abrir las tiendas, estaba solicitando la portabilidad (Vaya nombrecito) para un nuevo servidor.
El anterior servidor (vodriofón, pongo por caso), no tarda en llamarme y, ¡Oh sorpresa!, al otro lado de la línea me habla un ser humano, de los memoria, entendimiento y voluntad, ¿Me explico? 
Una dama, por cierto, con la que me comporté como un auténtico grosero; pero si vodriofón se pone piel  de cordero, o dama, en este caso, es vodriofón con piel de dama lo que yo veo (oigo, en este caso), mi grosería no ha de ser tenida en cuenta. Además no me importaba ser maleducado, grosero y borde, que se dice ahora.
¡Diga!, dije.
¿Don Fulano de Tal y Tal? (O sea, yo).
Al aparato, digo.
Le llamo del Servicio de Portabilidad de vodriofón. Dijo.
¿Es usted un ser humano? Dije.
Claro, dijo.
Pues páseme con la maquinita. Dije.
¿Maquinita?. Dijo.
Si, dije, la maquinita con la que hablé cuando YO les necesitaba a ustedes. La maquinita de marque el uno, marque el dos. Yo no tengo "maquinita" para que les conteste a ustedes como se merecen. EXIJO que me pase con la maquinita con la que hablé durante los once días que estuve sin línea. Ya marcaré el uno, o el cero, o el tres.
Es que le voy a hacer una oferta, dijo.
Que me la haga la maquinita, dije. Yo marco el uno, el cero, el tres.... Dije.
Sé que, al otro lado de la línea, el ser humano que me ¿atendía? estaba conteniendo una carcajada.
Muchas gracias por su atención. Dijo.
Sigo teniendo el número de teléfono de antes; pero con otro operador.

domingo, 19 de septiembre de 2010

III PREMIO DE PINTURA ATENEO DE CÁCERES

Para los artistas plásticos:
El Ateneo de Cáceres ha convocado el III PREMIO DE PINTURA ATENEO DE CÁCERES.
Los interesados podéis ver las bases en la web del Ateneo.
http://www.ateneodecaceres.es/Ateneo/index.php?option=com_content&view=article&id=223:bases-del-iii-premio-de-pintura-ateneo-de-caceres&catid=36:ateneo
Comunicadlo a aquellos artistas que conozcáis y que puedan estar interesados en participar

sábado, 11 de septiembre de 2010

SOPA DE TOMATE CON HIGOS.

¡Más raro que la sopa de ajo!, decía mi abuela con ironía cuando alguien se extrañaba de algo evidente.  Por decirlo de otra manera: "Tan común como la sopa de tomates". Porque ¿quién no ha comido nunca sopa de tomates?. Estoy convencido de que en todas partes se prepara, en cada casa le darán el toque personal y cada una tendrá su propia receta.
En mi pueblo se come con higos y, ojo, es cena de noches de verano. Luego en el otoño, se acompañará de uvas.
Tengo cuatro higueras y la desgracia de no poder comer su fruto, bueno, un par de ellos al año para matar el gusanillo y nada más. No obstante los recojo para hacer mermeladas que luego volarán a Inglaterra dónde son muy apeciadas.
Y en esas estaba cuando llegó visita a casa de mis vecinos y me pidieron "un puñao" para hacer una sopa. No tengo que decir que se los dí con sumo gusto..
Pensé que ese era el momento de caer en la tentación de mi fruta prohibida y que prepararía la sopa de tomates con higos pese a no ser precisamente la noche más fresquita del verano.
Mi receta de la sopa de tomates para cuatro personas es:
Dos tomates hermosos rojos y duros, recien cogidos del huerto.
Un pedazo de cebolla.
un diente de ajo.
medio pimiento verde.
medio pimiento rojo.
media cucharadita de cominos.
unas ramitas de albahaca fresca.
litro y medio de caldo de verduras.
aceite de oliva.
sal.
pan.
un cesto de higos,
Se cortan la cebolla y los pimientos muy menudos. Se quita la piel y las pepitas a los tomates y se cortan  en cuadraditos.
Se cubre el fondo de una cacerola con aceite y se calienta. Se le echa la cebolla con una pizca de sal  y  se deja hacer lentamente. Se le añade el diente de ajo en láminas. Cuando esté transparente, se le ponen los pimientos, se dejan ablandar y se pone el tomate, más sal y los cominos.
Cocinar a fuego suave durante 15 minutos (En este momento hay quien prefiere pasarlo por el chino o por la batidora para que quede uniforme), pasados los cuales le añadiremos el caldo, a ser posible ya caliente.
Hervir durante 20 minutos a fuego muy suave. En el último minuto, le ponemos unas ramitas de albahaca fresca.
Cortar el pan en láminas muy finas. Yo lo hago con el cortafiambres, utilizo pan bien asentado, sin que llegue a estar duro, y lo paso en sentido longitudinal. Tengo entendido que en algunas panaderías lo venden ya cortado.
Cada comensal se irá poniendo en el plato la cantidad de pan que guste y se vierte encima la sopa muy caliente y, sobre esta unas hojas de albahaca. Dejar reposar un instante para que se "cale" el pan.
Lo higos, pelados o no, según el gusto, se ponen en el centro de la mesa y cada comensal coge los que desee. Se pueden coger con la mano o echarlos en la sopa.
Después te puedes ir de verbena o de juerga toda la noche que no han de faltarte energías.

lunes, 6 de septiembre de 2010

ZORONGOLLOS

El día 8 de Septiembre celebramos por aquí el "Día de Extremadura" para hacerlo coincidir con la festividad de Santa María de Guadalupe, cuyo monasterio se encuentra en la puebla de Guadalupe.
Puebla ¿Eh?, que no pueblo. Guadalupe es puebla. Así, en femenino, que hay que ser coqueta hasta para eso.
Colocada en medio de La Sierra de Altamira, en plenas Villuercas, la puebla serrana es Conjunto Histórico-Artístico y Patrimonio de la Humanidad desde 1993. La Reina Católica lo llamaba "mi paraíso" desde que fue allí por primera vez llevada por su hermanastro Enrique IV de Castilla con la intención de casarla con Alfonso V de Portugal.
Boda, ya sabéis, no hubo; pero si el nacimiento de un amor el de la entonces ni Infanta, con esa tierra realmente maravillosa.
Y volverá en varias ocasiones.
Una para dar gracias a la virgen por su victoria en la batalla de Toro frente a su sobrina "La Beltraneja".
Estando aquí, en la Semana Santa de 1486 recibió la visita de Cristóbal Colón, solicitando que le financiasen Sus Católicas Majestades una excursión a "las Indias" por el camino de occidente. También Guadalupe fue testigo de la concesión de dos carabelas para este fin. Colón volvería a Guadalupe después de su primer viaje y en Guadalupe fueron bautizados los primeros "indios" -desnuditos, los pobres-.
En Guadalupe se firmaron las capitulaciones matrimoniales entre la Infanta Isabel y D. Manuel I "El Afortunado", rey de Portugal. Y a Guadalupe acudieron tras la muerte del único hijo varón de Sus Católicas Majestades, el Infante D. Juan (Príncipe de Asturias), Isabel y Manuel para acceder aquella al título de Princesa de Asturias y heredera de los tronos de Castilla y de Aragón.
Aquí redactó Isabel "La Católica" su testamento, y aquí se conservó muchos años hasta su traslado al archivo de Simancas.
El Monasterio fue mandado contruir el el S. XIV por Alfoso XI en conmemoración de la batalla de "El Salado". Contiene todos los estilos arquitectónicos de los SS XII al XVIII: gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico. En su sacristía se admira gran parte de la obra de Zurbarán.
Es famosa la puebla por su artesanía del cobre y por un postre muy especial: El muégado.
La hospedería es un ejemplo de la cocina monacal de todos las tiempos.
Toca hoy, por tanto, receta extremeña por el nombre, que todos diréis que eso también lo hacen en vuestros pueblos: Escalibada, picadillo, pipirrana, etc... Aquí son LOS ZORONGOLLOS.
Se hacen con pimientos rojos asados como siempre, pelados como siempre y limpios y cortados en tiras como siempre. Una cebolleta fresca cortada en tiras al gusto del personal. La diferencia está en el aliño.
Se coge un tomate rojo y maduro, se le hace una cruz en el "culito" con un cuchillo afilado y se pone al horno suave junto con unos dientes de ajo sin pelar. Cuando estén hechos, se pelan  y se depositan en un mortero con un poco de sal. Se pela y despepita el tomate y se agrega al mortero. Se maja todo hasta conseguir una pasta uniforme y se va ligando con aceite de oliva hasta que tenga cierta consistencia. Se echa sobre los pimientos y se mezcla bien.
Acompañan a cualquier carne o pescado. O simplemente se presentan sobre una rebanada de pan de pueblo. O de puebla.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

ESCALOPINES AL VINO BIANCO.

En los tiempos de Maricastaña, siendo yo un imberbe mozalbete, era habitual que al comprar carne de ternera la encontrases algo dura, bastante dura, bien porque no era ternera, o porque estaba mal cortada, o porque no tenía suficiente reposo y había que consultar el recetario de la bisabuela a ver qué soluciones tenía al respecto. Lo cierto es que ví cientos de veces como había que recurrir a la receta y en no pocas ocasiones he tenido que hacerlo yo mismo.
En cierta ocasión, hará unos veinte años, teníamos invitados a unos amigos para comer en casa y habíamos comprado al carnicero del pueblo unos filetes supuestamente de ternera con la intención de hacerlos a la plancha; pero una vez en casa, al verlos más despacio, desistimos de nuestra primera intención y recurrimos a la receta de la bisabuela. Gustaron, y mucho. 
En la sobremesa comentábamos el episodio y dije que se llamaban "filetes al ajillo".
"Valentín, por favor -Me dijo Manolo- hay que hacer de la necesidad virtud y darles un nombre sonoro y que los haga dignos de un restaurante de cinco tenedores. Los vamos a llamar "Escalopines al vino bianco" ¿Qué te parece?".
"Escalopines al vino blanco -reflexioné- suena bien".
"No -fue su respuesta- he dicho al VINO BIANCO".
Y con ese nombre se quedó "Escalopines al vino bianco". Así que si lo buscáis en el recetario de la bisabuela, allí viene con otro nombre.
Hace unos días había comprado una bandeja con tres filetes para el fin de semana. Tratándose de dos comensales, debería haber sobrado; pero se sumaron a la comida mi hermana y mi cuñado, con lo cual era francamente escasa. Tiré de ingenio y receta de la bisabuela y preparé los escalopines.


Necesitamos:
Escalopes: Filetitos de ternera cortados muy finos o aplastados con el mazo. (180 gr. p/p o 1 Kg. para 6 personas).
8 ó 10 dientes de ajo.
1/2 vaso de aceite de oliva.
1/4 l. de vino blanco. (un oloroso va de miedo).
1/4 l. de caldo de cocido.
Un pellizco de sal.
Una sartén, una cazuela y un plato hondo. Papel absorvente de cocina.
Se hace tal que así:
Pedir por favor al carnicero que haga los filetes finitos, de lo contrario habrá que "afinarlos" a golpe de maza.
Pelar y filetear los ajos.
Poner la sartén al fuego con el aceite, cuando esté caliente, confitar en él los ajos a fuego muy suave. Cuando estén casi dorados, sacarlos con una espumadera y depositarlos sobre  papel de cocina. Deben quedar dorados y crujientes. Digo "casi" porque después de sacarlos continuarán haciéndose con el calor residual.
Verter el aceite en el plato hondo. Volver a colocar la sartén al fuego.
Ir pasando los escalopines uno a uno por el aceite y ponerlos por tandas en la sartén. Solamente tienen que perder el color y entonces, darles la vuelta. Soltarán su jugo. En ese momento, verterlos en la cazuela. Continuar con la tanda siguiente hasta que estén todos hechos. Lo normal es que sobre algo de aceite.
Echar el vino y esperar a que se evapore el alcohol, salar y verter el caldo. Bajar el fuego y hacer a fuego muy suave. A media cocción echar la mitad de los ajos confitados. Si es necesario echar un poco más de caldo.
Reservar algunos ajos, los que estén mas vistosos, y echar el resto de ellos antes del último hervor.
Adornar con las láminas de ajo que habíamos reservado.
Cuando llegaron los escalopines a la mesa, mi hermana exclamó: "¡Mmmmm! ¡Filetes al ajillo!".
"No,- dije- "escalopines al vino bianco".