domingo, 8 de marzo de 2015

TRES MUJERES CACEREÑAS.

DOÑA MENCÍA DE LOS NIDOS.
Alonso de Ercilla en "La Araucana" en su canto VII dedica 96 versos a esta heroína cacereña.
Nacida en Cáceres en 1514, perteneciente a una familia de las más antiguas de la localidad. El matrimonio formado por Francisco de Los Nidos y Beatriz Álvarez del Copete tuvo siete hijos, de los cuales, cinco de ellos emigraron al Nuevo Mundo.
En 1544 consigue una cédula real que le permite viajar junto a su hermana Juana acompañando a su hermano Jerónimo que regresaba a América después de resolver algunos asuntos en su tierra.
Si su admirada Inés de Suárez es costurera, ella carga con su cocina y su menaje. La imagino como la primera en hacer cocina de fusión con sus viejos guisos moriscos, sefardíes y cristianos y los productos de aquellas tierras.
Tras la ejecución de su hermano Gonzalo por haberse unido a su tocayo Gonzalo Pizarro, se instaló en Concepción (Chile).
En 1554, tras la batalla de Marigüeñu contra los indios araucanos,  Francisco de Villagrán, gobernador de la población ordenó la evacuación ya que se corría el peligro de una invasión por parte de los indígenas. Doña Mencía, que se encontraba enferma en la cama, al notar que sus vecinos huían ya despavoridos, dejando la ciudad a merced de los indios, tomó un espadón y un escudo y salió a la calle arengándolos con pasión y convicción para que cejaran en su cobardía y defendieran la población. Llegó a encararse con Villagrán al que acusó de "hombrecillo sin ánimo", contestándole este que en la antigua Roma le habrían levantado un templo; pero que allí, estaba fuera de lugar.
Desgraciadamente, su actitud sirvió de poco y la ciudad fue abandonada. Poco después lo indígenas la tomaron y devastaron.
Falleció en 1603, no se sabe a ciencia cierta si casó o si tuvo hijos, aunque hay autores que le tribuyen dos matrimonios y, al menos un hijo. Lo cierto es que en su testamento deja a un sobrino-nieto todo su patrimonio cacereño consistente en alguna casa y unas viñas.
Hoy día está considerada una heroína por los chilenos.

DOÑA ANGELITA CAPDEVIELLE.
El 5 de Mayo de 1890 nacía en Casar de Cáceres, hija de una maestra nacional y de un fotógrafo francés, artista bohemio donde los hubiera, Ángela Capdevielle, Doña Angelita para los cacereños.
Desde muy niña fue educada en el arte de la música, siendo su primer maestro su propio hermano que se había formado como músico en el conservatorio de París.
Se examinó de todas las pruebas de la carrera musical (solfeo, armonía y piano) en una sola convocatoria, siendo la admiración de los asistentes. Los mismos profesores animaban a los presentes a asistir a las pruebas por la brillantez con que realizaba las pruebas.
Fue profesora en el Ateneo cacereño, en la Escuela de Magisterio y en el Instituto de Enseñanzas Medias. Yo la conocí en el Conservatorio y me llevaba muy bien con ella dada la amistad que tenía con mi familia.
Estudió en los consevatorios de Madrid y Barcelona llegando a ser una experta en Canto Gregoriano.
Su mayor dedicación y su mejor obra, fue el recopilatorio de todo el folclore de la provincia, la cual recorrió entera recogiendo todo tipo de coplas (de bodas, de quintos, carnavales, villancicos, nanas....). Toda esta labor está recogida en el "Cancionero de Cáceres y su provincia" editado por la Diputación cacereña en 1970.
Escuchaba con toda atención y trasladaba al pentagrama todo lo que le llegaba, tuviese o no valor. Rescató del olvide cientos de cantos como "El redoble", más conocido en Hispanoamérica que aquí, o la mejor canción de cuna que recuerdo "Pajarito".
Falleció en Mayo de 1972 con los 82 años recién cumplidos.


DOÑA MARÍA TELO NÚÑEZ
 No había oído jamás hablar de esta mujer hasta que el pasado mes de agosto leí su necrológica en el blog de mi amiga Mery, "Contando los sesenta". Unos días después fue en el periódico "El País" el que se hacía eco de la misma noticia. La prensa extremeña aún tardaría unos días más en enterarse.
El texto que sigue a continuación está copiado literalmente del blog "Contando los sesenta" y publicado con el permiso de la autora.

Había nacido en Cáceres en 1915 y había comenzado Derecho en la Universidad de Salamanca y, a falta de dos asignaturas para licenciarse, la guerra civil interrumpió sus estudios que, finalmente, acabaría en 1940. La dictadura le impidió convertirse en notaria, como era su propósito, pero fue la primera mujer en acceder por oposición al Cuerpo Técnico de Administración Civil del Ministerio de Agricultura y la primera en ser jefa de servicio. Se colegió en 1952 y se estableció como abogada especializándose en asuntos de familia. En 1956 ingresó en la Federación Internacional de Mujeres Juristas, donde ocupó un puesto de consejera entre 1964 y 1997 y la vicepresidencia en la década de los setenta y los ochenta.
Comprometida en la mejora del estatus jurídico y social de las mujeres y en la modernización del Derecho de Familia, tuvo una intervención destacada en las reformas del Código Civil de 1975 y 1981 que devolvieron a las mujeres parte de los derechos de ciudadanía que la dictadura les había hurtado. La ley “De la situación jurídica de la mujer casa y los derechos y deberes de los cónyuges”, de 1975, suprimió la licencia marital y la obediencia al marido. En 1981, la ley sobre “Filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio” establecía la patria potestad conjunta, la igualdad jurídica de todos los hijos y la igualdad de los cónyuges en la administración de los bienes gananciales; finalmente, la Ley sobre “Matrimonio civil, separación, nulidad y divorcio” regulaba el divorcio.
En los años noventa, la Federación de Mujeres Progresistas diseñó un plan de actuación que condujera a un nuevo contrato social para que mujeres y hombres pudiéramos compartir las responsabilidades familiares, el trabajo y el poder. Se reclamó entonces la colaboración de feministas y profesionales con experiencia en las materias que habría que adecuar. María Telo prestó su contribución y su respaldo a aquella iniciativa con entusiasmo e inteligencia en las cuestiones referidas al ámbito jurídico. En realidad, nunca se desvinculó de la defensa de los derechos de ciudadanía de las mujeres.
Poseía numerosas condecoraciones y premios por su actividad profesional pero nunca perdió la sencillez que es propia de las personas realmente valiosas.
María Telo Nuñez murió el pasado día 5. Las mujeres españolas que nacimos en la posguerra, aquellas que adquiríamos la mayoría de edad dos años después que los hombres, las que no podíamos abrir una cuenta bancaria, ni obtener pasaporte, ni viajar sin autorización del marido, las mujeres que carecíamos de derechos de ciudadanía hasta que mujeres como María Telo lograron cambiar la ley, hemos perdido a alguien que nos hizo la vida más digna. La sociedad española ha perdido a una de sus grandes. Alguien debería darse por aludido.