Voy a cumplir con ambas invitaciones en una sola tacada.
Toda ciudad que se precie ha de tener en un parque o en una plaza la estatua fundida en bronce de algún prócer de la misma con su peana de mármol, un legajo en la mano y sus cagaditas de paloma en la cabeza y sobre los hombros.
También la estatua ecuestre de algún aguerrido guerrero, o un conquistador. Poca gente sabe leer el leguaje de estas estatuas: Si el caballo tiene las patas delanteras levantadas, el jinete honrado en ella, ha muerto en combate. Si el caballo tiene una de sus patas en el suelo y levanta la otra, es porque el personaje murió a causa de las heridas recibidas. Si tiene los dos pies en tierra, el cabalgador murió plácidamente (o no) en su cama. Y no lo saben dado que es más habitual mirarlos por detrás dando merecida fama a Espartero en Madrid o Pizarro en Trujillo.
Tienen su sitio poetas como Gabriel y Galán o Nezalhuacoyotl ("El indio"), conquistadores, como Hernán Cortés, conjuntos escultóricos como el de Muñoz Chaves, que bajo un busto del conocido jurista y senador, hay una alegoría de La Ley, desnudita ella, sentada en un escaño y con las tablas de la ley en sus manos. De ella se cuenta que en su inauguración, alguien comentó que no le gustaba cómo había quedado el personaje; pero que "su señora" estaba maravillosamente.
Hay también bustos en cualquier rincón: Pierre de Coubertain, Francisco Sánchez de Las Brozas "El Brocense", El Conde de Barcelona, conocida popularmente como "El cabezón"... Un San Pedro de Alcántara, obra de Pérez Comendador, con los dedos de los pies desgastados por el manoseo de los estudiantes que esperaban tocándolos, aprobar todos los exámenes.
El Parque del Príncipe es un auténtico museo de escultura al aire libre.
Y aquí cerquita de mi casa, el lo alto de La Montaña, un Corazón de Jesús de quince metros de altura visible desde toda la ciudad. No es El Corcobado, ni el Cristo de Almada ya que las pretensiones del obispo Segura Sáez, después cardenal Segura, eran más humildes. Tiene la estatua ambos brazos abiertos y levantados a la altura de la cabeza, razón por la que los más impíos lo llaman "El banderillero".
Pero si algo hay en Cáceres que NO hay en nigún otro sitio son "Los muñequinos".
Son unas estatuas de pequeño tamaño -alrededor de uno veinte- que proliferaron en los inicios del presente milenio.
Son siete: Dos son grupos escultóricos, las otras cinco son de una sola pieza.
La lavandera.
Los Cofrades. Conocido como El KKK
La enfermera.
Leoncia. Vendía "Extremadura" allá por los años sesenta.
El minero. En Aldea Moret (Las minas)
Grupo "El Redoble". La canción popular de Cáceres.
La azafata.
9 comentarios:
Esa moda de principios de siglo se ha extendido a la mayoría de ciudades que parecen medir su importancia por el número de muñequines que instalan en sus calles. Creo recordar que fue Oviedo la primera en implantar esta moda y realmente allí encajan bien. En Burgos hay, entre otros, una castañera y un guardia municipal. Todos más bien de serie B. Y en Madrid, en tiempos del ínclito Manzano, instaló una Violetera kich y hortera en la Gran Vía, frente al Bellas Artes, que su sucesora levantó al llegar. Caprichos de alcalde, por lo general.
Siempre nos ilustras muy bien contando historias, costumbres y demás cosas interesantes de saber.
Yo he estado en Caceres y supongo que alguna vi, pero en este momento no me acuerdo y eso que me parecen preciosas.
Besinos
Pues no sabía yo de ellos, y con tu entrada y la de Contando los sesenta, me voy con la lección aprendida, dispuesta a figarme mejor.
Un beso
Me ha gustado leerte (como siempre) asi me entero de esas cosas que muchas veces desconocemos, mas que nada, porque le damos poco importancia y sin embargo tienen su pequeña historia, gracias, un abrazo.Sefa
Es bueno acostarse conociendo algo nuevo. Gracias por el paseo.
Un abrazo.
Me encantan los muñequinos, y yo sí echo de menos a la Violetera de Madrid...
Besitos
Qué chulos son todosss,pero me quedo con la enfermera,jeje.
Un saludo!
Me ha encantado la azafata, con usted siempre se aprende algo nuevo.
Un besazo.
me encanta la abuela del periodico! el sábado iré al Babel a ver la exposición, a ver que tal! me quedo curioseando en tu cocina...que he visto tencas!!!
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