Las pasadas navidades, el bueno del viejo republicano nos regaló, a instancias de nuestros hijos, un viaje a Oporto. Así que hemos aprovechado esta semana que termina y hemos estado de viaje.
En esta ocasión no hemos ido en busca de ningún festival gastronómico, aunque hambre tampoco hemos pasado.
Han sido casi 1.500 kilómetros, cuatro días y muchas cosas que ver: Nunca habíamos estado por aquellas tierras. Desde luego, así, queda poco espacio para la rutina.
Mary Paz me dice que así nos van a acabar doliendo los ojos o a sufrir el síndrome de Stendhal de ver tantas cosas bonitas en tan poco tiempo. Y eso que ha sido todo turismo de superficie, que no hemos tenido tiempo de meternos en museos, eso para otra ocasión, que afortunadamente, hemos tenido un tiempo estupendo y no hemos necesitado refugio.
El primer día lo pasamos en Aveiro, a poca distancia de Oporto. Lo llaman "La Venecia portuguesa" y es que tiene una red de canales que se alimentan de la ría, un antiguo barrio de pescadores con unas casas muy llamativas y sus edificios de estilo modernista "Art Nouveau". En el barrio de los pescadores hay un montón de sitios para comer magníficamente por muy poco dinero y pasarse después por las dulcerías, pao de ló y ovos moles son sus especialidades (Me conformo con mirar, qué le vamos a hacer).
Un sitio estupendo para pasar un buen día.

Llegamos a Oporto ya de noche. Hay que tener en cuenta que el Sol se pone allí a la misma hora que aquí, minuto antes minuto después y sin embargo el reloj marca una hora menos.
Nuestro primer paseo fue nocturno por el centro y quedamos impresionados por lo que vimos, no en vano es ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Vimos la Catedral y sus alrededores, paseamos por aquellas callejuelas vacías a esas horas, visitamos el vestíbulo de la estación de Sao Bento completamente revestido de azulejos, subimos hasta la Avenida de los Aliados, pasando por los Clérigos y llegamos hasta el Rossío do Carmo dónde se hallan la Facultad de Ciencias y las iglesias vecinas, pared con pared, "Do Carmo" y la de los carmelitas.
De regreso al hotel, entramos en una cafetería con la intención de cenar algo. Ante la inevitable pregunta:"¿Qué es lo típico?", la respuesta fue "La Francesinha". Pues francesinha. Mi arrepentimiento no tiene límites, al final os cuento qué es eso de "Franzesinha ao modo do Porto". Alucinante.... Mary Paz se pidió un cherne (mero) grelhado con patatas, zanahoria y judías verdes hervidas para dar de comer a un regimiento.

Los días siguientes han sido andar por la ciudad, ver la famosa librería Lello, que sólo por verla ya merece la pena el viaje y ver libros y tocarlos y olerlos y comprar alguno..... y robar una foto en un descuido.

Bajamos hasta el río en el funicular (que no es faltar contra el sexto mandamiento ¿Eh?)*. Anduvimos por los muelles, nos tomamos unas cervezas y unos "salgadinhos" que son como algo así como nuestras tapas, que bien administradas, acabas comido. Cruzamos al otro lado del río por el puente de Eiffel hasta Vilanova de Gaia, que es donde están las bodegas y elegimos una al azar para nuestra visita, después de la cual nos gastamos un pastón en vinos: Blanco "Lácrima Christy" y tintos crianza Ruby y reseva Tawny. Más paseo por unas callejuelas increíbles, fuera de las guías turísticas, nos perdimos por Massarelos (pero nos encontramos enseguida). Tendremos que volver.

Regresamos bordeando la costa: Figueira da Foz, Foz D´arelho, Sao Martinho do Porto cuya playa es una concha de casi kilómetro y medio de diámetro dónde el turismo no ha llegado todavía.

Pasamos la noche en Bombarral a 8 Km. de Óbidos y aprovechamos la mañana para comprar más vinos, que de eso se trataba.
La inevitable y ya tópica visita a Peniche, "Salada de polvo" y docenita de ostras y caminito de Lisboa a recoger a nuestra "portuguesinha" para pasar el fin de semana en casa.
(*) Según el Catecismo de la Iglesia Católica del P. Ripalda, revisado por el P. Astete y que fué el que me tocó aprender de pequeño, el sexto mandamiento dice: "No fornicarás". Así tal cual lo aprendí yo a la madura edad de siete u ocho añitos. ¿Comprendéis el chiste?.
(**) FRANZESINHA:
Se prepara una salsa muy picante a base de salsa de tomate, caldo de carne y cerveza.
Una rebanada de pan, encima unas lonchas de chorizo, una o dos salchichas abiertas logitudinalmente hechas en la plancha, jamón de York, un filete de lomo de cerdo a la plancha y un filete de pechuga de pavo a la plancha, tapar con otra rebanada de pan. Cubrir (tapar del todo) con queso en lonchas y ponerlo a grill hasta que el queso se derrita. Napar con la salsa, rodearlo de patatas fritas y servir.
Si alguien de entre vosotros dudare de mi palabra, que escriba en San Google "franzesinha" y dé a la tecla "Buscar".