A principios del S. XIX, las montañas españolas se llenan de bandoleros, en su mayoría inadaptados tras la guera de la independencia que no pudieron alistarse en el ejército regular ya que Fernando VII (El Deseado) no se fiaba de su propia tropa y prefirió a los mercenarios: Los cien mil hijos de San Luis o los voluntarios realistas.
También había, como no, delincuentes vulgares huídos de la Justicia. Eran por naturaleza, asaltantes de cortijos y de viajeros que osaban cruzar los puertos de montaña sin protección y, aunque la hubiera, ya que consiguieron desvalijar el carruaje que llevaba la recaudación de hacienda en más de una ocasión (O al menos así lo cuenta la leyenda).
Los siete niños de Écija, Diego Corrientes y, sobre todo, José María "El Tempranillo" son inolvidables personajes.
Decían que robaban a los ricos para dárselo a los pobres, lo que les dio un halo de romántica leyenda. Además, cuando se inició una seria persecución, consiguieron el apoyo popular.
Cuentan que cuando bajaban a ver a sus familias, las mujeres les preparaban a toda prisa un peculiar avituallamiento: Retiraban la parte superior de una hogaza, extraían toda su miga y, a modo de fiambrera, rellenaban el interior con lomo de orza, pedazos de jamón (O tocino, vaya usted a saber) y terminaban con pimientos fritos, tapando, a continuación con la corteza que habían retirado al principio.
Esta provisión les podría durar varios días. Se comía el contenido y el envase.
Ahora, cuando viajéis hacia el Sur, en los mesones que hay a los lados de las carreteras, veréis que ofrecen "Serranitos". Son una simplificación de aquel alimento de bandoleros.
No encontrarás dos sitios que te los sirvan igual, el pan tostado o sin tostar, tapado -como un bocadillo- o no -como un montadito-, en mollete, en pulguita, en rebanada de hogaza, en baguette, en chapata.... pero el relleno es siempre el mismo: Un filete de lomo, un pimiento frito y una loncha de jamón.
Además son fáciles y rápidos de hacer. Su mejor acompañamiento, una copita de fino bien fresquito.
Valentín, no sé decidir qué es lo que me gusta más, si el serranito, que quita el sentío, o aprender cada vez algo nuevo cada vez que te leo...Creo que va a ser lo último.... Besitos.
ResponderEliminarAhora mismo me comía yo un serranito, que es lo que tiene ver estos apetitosos manjares a la hora de la merienda.
ResponderEliminarUn besazo.
Señor que hambre....acabo de volver de vacaciones en casa de mi madre y a final de mes debo "embutirme" en un precioso vestido...más que los serranitos, me convendría a mí subir y bajar la sierra.
ResponderEliminarMe encanta cómo cuentas las recetas.
besos
En todas las versiones me los comeria, éste que nos enseñas me sirve, un abrazo. Sefa
ResponderEliminar¡Hummmm! genial idea y gran post historiando
ResponderEliminarBesos
Para que luego digan que la cultura no alimenta
ResponderEliminarEs una combinación riquísima, Valdomicer, en este caso conocía el plato,pero no el origen.
ResponderEliminargracias y un saludo
Aquí estoy y me encuentro con mi bocata preferido , el serranito. Como cordobesa que soy los conozco bien y que razón tienes no hay dos iguales.
ResponderEliminarPreciosas palabras, con las que todos aprendemos, un saludo tienes una seguidora con ganas de aprender.
hola Valentín, un placer como siempre pasar por tu cocina, hoy con stress por intentar ponerme al día de tanta cosa rica e interesante.
ResponderEliminarUn besote.
El mejor "bocadillo" que nos podemos comer...una delicia acompañado de una buena Cruzcampo....
ResponderEliminarSaludos
Bonita historia y exquisito "pintxo"!
ResponderEliminarUn besote
"A principios del S.XIX, las montañas españolas se llenan de bandoleros..."
ResponderEliminarA principios del S.XXI, España entera se llena de bandoleros. Ya no llevan pañuelo en la cabeza ni utilizan trabuco ni van a caballo, pero roban más, mejor y mucho más rápido y lo que es peor, con total impunidad.
Y no sigo que me enveneno.
¡Voy a comerme un "serranito"...!
Un abrazo.
Como estamos después de las vacaciones vengo con energía y puedo pasear por la blogoesfera... ¡Ay! Cuanto pierdo de aprender cuando no te visito..!!!
ResponderEliminarUn besín
Mari Carmen:
ResponderEliminarYa sabes que a mí los elogios me chiflan. Gracias.
Un besino.
Odry:
ResponderEliminarVenga, ánimo. Se prepara en un momento.
Un besino.
Pilar:
ResponderEliminarTe voy a mandar a mi endo. Te ves a enterar de lo que es una dieta....
Un besino.
Sefa:
ResponderEliminarTodos, no. O por lo menos a la vez. De uno en uno mejor.
Un besino.
Tita:
ResponderEliminarLas ideas geniales, por lo común, son ajenas.
Un besino.
Contando los sesenta:
ResponderEliminarY además, no engorda (la tripa).
Raquel Carmonna:
ResponderEliminarBienvenida a estos lares.
Un besino.
Roció y Jose Manuel, "lasrecetasdetriana.blogspot.com":
ResponderEliminarPrefiero un buen vino para esta pequeña maravilla.
Saludos.
Ido:
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un besino.
Pedro:
ResponderEliminar¡Vaya párrfo! Cierto es que si sigues te envenenan. Olvídalos.
Y ya sin régimen, puedes comerte dos.
Un abrazo.
Carmenpiva:
ResponderEliminarAprovecha, que ya te queda poco.
Un besino.
Canoso:
ResponderEliminarYa ves que muchas veces, el plato tiene historia.
Un abrazo.
Ana:
ResponderEliminarTómatelo con calma. No merece la pena ponerse nervioso por esto, al contrario, debe servir de relax.
Un besino.
Es ver esta receta y me ha entrado un hambre!!! te quedo con una pinta riquisima.
ResponderEliminarMe quedo como seguidora.
Un saludo.